Historia de la danza

Estos primeros movimientos rítmicos sirvieron igualmente para ritualizar acontecimientos importantes (nacimientos, defunciones, bodas).

En principio, la danza tenía un componente ritual, celebrada en ceremonias de fecundidad, caza o guerra, o de diversa índole religiosa, donde la propia respiración y los latidos del corazón sirvieron para otorgar una primera cadencia a la danza.

Por su carácter efímero resulta prácticamente imposible situar su origen en el espacio y en el tiempo, ya que solo es conocido por testimonios escritos o artísticos (pintura y escultura) en civilizaciones clásicas (Egipto, Grecia, Roma, China).

Siglos después, durante el imperio mogol, la danza se fue relegando hacia el Nautch, bailes realizados por mujeres en las cortes de los regentes.

Grecia fue el primer lugar donde la danza fue considerada un arte, teniendo una musa dedicada a ella: Terpsícore.

Como es considerado el inventor de las danzas con que los griegos y romanos adornaron sus banquetes.

Primero fueron como unos intermedios de aquellas comidas que la alegría y la amistad ordenaban en las familias, pero el placer, la glotonería y el vino dieron después mayor extensión a este divertimento, degenerando de su primitivo origen.

Licurgo, al reformar las leyes de los lacedemonios, conservó esta danza, la que probablemente no consideraría perjudicial a las buenas costumbres.

A nivel eclesiástico, el único vestigio eran las «danzas de la muerte», que tenían una finalidad moralizadora.

Las principales tipologías fueron: minuet, bourrée, polonaise, rigaudon, allemande, zarabande, passepied, gigue, gavotte, etc.

Se empezaron a escribir obras musicales solo para ballet, destacando Jean-Philippe Rameau –creador de la opéra-ballet–, y comenzaron a surgir nombres de bailarines destacados, como Gaetano Vestris y Marie Camargo.

[7]​ Durante el neoclasicismo el ballet experimentó un gran desarrollo, sobre todo gracias al aporte teórico del coreógrafo Jean-Georges Noverre y su ballet d'action, que destacaba el sentimiento sobre la rigidez gestual del baile académico.

Se empezó a componer música puramente para ballet, destacando Coppélia (1870), de Léo Delibes.

En el aspecto teórico, destacó la figura del coreógrafo Carlo Blasis, principal creador del ballet moderno en cuanto codificó todos los aspectos técnicos concernientes a la danza: en El código de Terpsícore (1820) relacionó la danza con las otras artes, efectuando estudios de anatomía y movimientos corporales, ampliando el vocabulario relativo a la danza, y distinguiendo varios tipos de bailarines según su físico.

También introdujo el baile sobre las puntas de los pies, en el que destacaron Marie Taglioni y Fanny Elssler.

Hizo ballets más largos, de hasta cinco actos, convirtiendo el ballet en un gran espectáculo, con deslumbrantes puestas en escena, destacando su colaboración con Piotr Chaikovski en tres obras excepcionales: La bella durmiente (1889), El cascanueces (1893) y El lago de los cisnes (1895).

A nivel popular, el baile más famoso de la época fue el can-can, mientras que en España surgieron la habanera y el chotis.

[10]​ La danza contemporánea se inició nuevamente con el liderazgo del ballet ruso adquirido a finales del siglo XIX: Mijaíl Fokin dio más importancia a la expresión sobre la técnica; su obra Chopiniana (1907) inauguraría el «ballet atmosférico» –solo danza, sin hilo argumental–.

En el grupo de Diáguilev destacaron los bailarines Vaslav Nijinsky, Anna Pávlova y Tamara Karsávina.

En Gran Bretaña destacaron figuras como Marie Rambert, Ninette de Valois, Frederick Ashton, Antony Tudor, Kenneth MacMillan, Margot Fonteyn, etc.

En Estados Unidos, donde había escasa tradición, se consiguió en poco tiempo llegar a un alto nivel de creatividad y profesionalización, gracias en primer lugar a pioneras como Ruth Saint Denis, Martha Graham, Doris Humphrey y Agnes De Mille.

Con Paul Taylor la danza entró en el ámbito de la posmodernidad, con un manifiesto inicial en su Duet (1957), donde permanecía inmóvil junto a un pianista que no tocaba el piano.

A nivel de bailes populares, en el siglo XX ha existido una gran diversidad de estilos, entre los que se puede remarcar: foxtrot, charlestón, claqué, chachachá, tango, bolero, pasodoble, rumba, samba, conga, merengue, salsa, twist, rock and roll, moonwalk, hustle, breakdance, etc.[11]​

Lección de danza (1741), de Pietro Longhi , Galleria dell'Accademia, Venecia .
Música y bailarina griega, siglo V a. C.
Coro de danzarinas en un friso de Samotracia, siglo V a. C.
Joven y bailarina, siglo V a. C.
Bailarina con patera y rhytos , siglo I d. C.
Baile social del siglo XVIII
Representación de El cascanueces , de Piotr Chaikovski .
Ballets Rusos (1912), de August Macke , Kunsthalle , Bremen .