Con el paso del tiempo la isla fue visitada por varios pueblos invasores y comerciantes.
Los primeros habitantes de la isla vivían en pequeños refugios naturales, cazando, pescando y recogiendo sus alimentos.
Varios ejemplares de estos artefactos se exponen en el Manx Museum.
Fue durante este período cuando se construyeron los monumentos megalíticos de la isla.
Comenzaron a aparecer grandes asentamientos fortificados en las colinas, así como pequeños fuertes en los promontorios costeros.
Hacia el siglo VIII se asumía que los invasores o emigrantes irlandeses formaban la base de la población manx.
El conquistador Godred Crovan fue un destacado guerrero, aunque se conserva poca información sobre su figura.
Es probable que el recuerdo de este gobernante sobrevia en la tradición, posiblemente en la figura del legendario Rey Gorse u Orry.
Hacia el año 1079 creó el Reino de Mann y las Islas, que incluyó las islas sudoccidentales de Escocia (Sodor) hasta el año 1164, cuando se crearon dos reinos separados.
Harold Haarfager conquistó Man en el año 885 y Magnus Barfod hacia el 1100.
Desde mediados del siglo II hasta 1217 la soberanía de Man, debido a las disensiones producidas en Noruega, se mantuvo básicamente inalterada, pero finalmente Noruega entró en colisión con el creciente poder de Escocia.
Pronto se iniciaron hostilidades abiertas entre los dos reinos, que culminaron en la indecisa Batalla de Largs contra la flota noruega en 1263.
En 1392 su hijo vendió la isla, incluyendo su soberanía a Sir William Le Scrope.
La isla pasó a la Corona inglesa, que se la entregó a Henry Percy, primer conde de Northumberland, pero fue proscrito y desposeído, y en 1405 Enrique IV concedió la isla, con el apoyo del obispado, a Sir John Stanley, que fue nombrado conde de Man.
Aunque los nuevos señores raramente visitan su posesión, enviaron gobernadores, que en general, actuaron con justicia.
En el año 1643 Carlos I de Inglaterra, ordenó a James VII Stanley, Conde de Man y Derby, que fuera a Man, donde el pueblo, sin duda influido por el conflicto entre corona y parlamento, amenazaba con rebelarse.
Seis meses después de la muerte de Carlos I en 1649, James Stanley recibió un mensaje del General Henry Ireton, un partidario del parlamento, en el que le ordenaba que rindiera la isla.
Los rebeldes recibieron la ayuda del Coronel Robert Duckenfield, ante el que la condesa se rindió tras una breve resistencia.
Muchos manx prefirieron dedicarse a la pesca y el comercio de contrabando.
Los duques retuvieron sus derechos señoriales, el patronazgo del obispado y algunos privilegios adicionales, hasta que los vendieron por la suma 417.144 libras en 1828.
Sus antiguas leyes y costumbres escritas no fueron alteradas, pero en muchos sentidos la “contención” provocó efectos adversos.
Tras su marcha, los oficiales parlamentarios reocuparon su lugar, pero mostraron mayor consideración que antes.
Por otra parte como las actas inglesas habían reducido –aunque no suprimido- el contrabando en la Isla de Man y como la economía de la isla comenzaba a producir beneficios, las autoridades inglesas comenzaron a actuar de forma más favorable, reduciendo las tarifas y promoviendo algunas obras públicas.
Durante la Segunda Guerra Mundial hubo otros campos más pequeños en Douglas, Peel, Port Erin y Ramsey.
En los últimos años el nacionalismo manx ha experimentado cierto ímpetu, manifestado en la aparición de varios partidos políticos como el Mec Van, y el Manx National party, así como el difunto grupo Fo Halloo (Clandestino), que inició una campaña de pintadas e incendios contra intereses ingleses.