El landgraviato era calvinista, y apoyó de manera importante la causa protestante, brindando ayuda militar al ejército sueco, pese a que su territorio fue ocupado por tropas imperiales durante la guerra.
El landgraviato se hizo famoso por sus tropas mercenarias al servicio de otros países durante los siglos XVII y XVIII.
El landgrave Federico II prestó tropas a Gran Bretaña, que sirvieron en las colonias de Norteamérica.
Guillermo I fue depuesto y el territorio se integró dentro del Reino de Westfalia, gobernado por Jerónimo Bonaparte.
Tras la derrota de Napoleón en 1813, el principado fue restituido en su totalidad y Guillermo I volvió al gobierno.