Los herejes, atrapados en un impulso místico, habrían experimentado este fin como un martirio liberador.Por primera vez, la cristiandad medieval usó la muerte en hoguera para castigar a herejes,[7] sin duda en contradicción con la ley canónica, que entonces no preveía todavía la pena de muerte para un hereje.Esto se hará parte del derecho canónico solo en el siglo xiii.[nota 5] Las razones de esta condena parecen ser dobles, como lo demostró un exhaustivo estudio del medievalista Robert-Henri Bautier publicado en 1970.Pero no solo Lisoie estaba involucrado, sino también su predecesor, Teodato o Deodatus, considerado como un hombre piadoso que murió tres años después de los hechos: el obispo de Orleans ordenó al final del Sínodo la exhumación de su cuerpo para que pudiera ser arrojado al camino.[15] Es difícil definir exactamente la doctrina de los herejes de Orleans; las fuentes generalmente se contentan con mencionar los puntos que lo hacen incompatible con el discurso admitido por las autoridades eclesiales, a veces exagerando el contraste para estigmatizar mejor a los desviados.Los autores que mencionan la herejía no se preocupan por hacer una afirmación precisa y completa: solo el razonamiento los considera de manera aislada como heterodoxos.[16] Además, debe tenerse en cuenta que, aparte de los casos de falsificación manifiesta y deliberada, «el discurso sostenido por el hereje en los mejores documentos no es su propio discurso, sino una respuesta convincente a un modelo que se le impone, o más bien lo que el interrogador pudo o quiso retener».André de Fleury no menciona este último punto, aunque está bien informado, pero las otras fuentes lo confirman.[18] Tal doctrina mostraba una gran desconfianza hacia la Gracia como se la consideraba comúnmente entonces, es decir según la definición de san Agustín.De ahí también su rechazo al matrimonio y el consumo de carne, su castidad y, consecuentemente, su «aspiración al martirio por el cual es posible unirse a Dios en la dicha eterna».Así, Huguette Taviani-Carozzi ha desarrollado en un extenso artículo [21] su tesis según la cual la doctrina de Orleans tendría una poderosa base gnóstica.[19] Estas controversias subrayan que las fuentes textuales disponibles son contradictorias y de interpretación delicada si se miran con perspectiva.Estas fuentes textuales disponibles son de confiabilidad variable y controvertida.Él, por otro lado, puede considerarse un testigo directo del caso, ya que se encontró con Gauzlin y otros monjes de Fleury presentes en el sínodo, e incluso es posible que asistiera en persona.[43] Estas acciones no se colocan en la obra sin orden ni concierto: Paulus desea, después de que la noticia haya sido simplemente transmitida (cf.[34] Ya no es suficiente transmitir las noticias, sino recomponer una historia edificante de instrucción, en la cual «cada uno encuentra su papel, el rey que ordena la investigación y preside el sínodo a la "gente" que aprueba difícilmente, pasando por los obispos encargados de recordar la verdadera fe a todos»,[45] el relato termina con el triunfo de «la fe católica cuya luz iluminó toda la tierra, una vez erradicada la locura de los peores insensatos».[41] La condena de los herejes se ubica en un contexto geográfico y político muy particular.[47] Algún tiempo después, sin embargo, eligió calmar las aguas y disuadió a Oury de apelar al papa.[47] Diez años más tarde, en 1022, la herejía de Orleans demostró que estos conflictos no se extinguieron realmente.El personaje central fue Arefat, un laico que más tarde se convirtió en monje en Saint-Père de Chartres en 1027.Por lo tanto, se instruyó a Arefat para que entrase en la comunidad de sospechosos y así comprendiera mejor su doctrina.Tal vez se vio obligado a manifestar así sus distancias con los acusados,[57] después de haberse refugiado, en tiempos del sínodo, en un silencio prudente al que lo condenaron sus lazos y simpatías con el acusado.[50] Así, los motivos religiosos, políticos y conyugales pueden combinarse fácilmente para explicar el enfoque real, sin olvidar que Roberto, al tomar la iniciativa de convocar el sínodo, manifestó así su autoridad en la defensa de la Iglesia y la fe.[9] La herejía de Orleans no puede ser entendida sin hacer referencia al contexto del siglo XI, es decir, el triunfo del ideal de la reforma y su radicalización en el movimiento evangélico, más o menos tolerados por la Iglesia establecida.Los historiadores también han multiplicado las controversias al respecto, buscando principalmente poner el caso en un contexto general.[13] Sin embargo, el surgimiento de la herejía de Orleans, como otros movimientos del mismo tipo en el siglo XI, también puede verse como la manifestación que los reformadores instituyeron, particularmente en los ambientes monásticos, que se enfrentarían a un aumento de la demanda social y religiosa en el tema.[61] Laurent Jégou, un especialista en la figura del obispo en la Edad Media, enfatiza que «al asimilar el incienso, el sonido de las campanas o salmodias a las supersticiones, atacaron el esplendor con que los obispos aparecían en las celebraciones litúrgicas; estas prácticas eran para los prelados la oportunidad de impresionar a los fieles y establecer su sagrada autoridad».[61] En el mismo orden de ideas, afirmar que el obispo no podía absolver efectivamente a un penitente de sus pecados, era privarlo de un «ascendiente innegable sobre los fieles en general y sobre aquellos a los que reconciliaba en particular», en la medida en que estos últimos, porque él les había dado su misericordia, se convertían en sus deudores.En este contexto, se entiende mejor por qué la herejía de Orleans cuestionó los fundamentos institucionales, litúrgicos o topográficos del obispo.
Los herejes eran todos miembros del
capítulo
de la catedral de Orleans. Las partes más antiguas del edificio actual datan del siglo
xiii
.
Debido a su supuesto
maniqueísmo
, los historiadores han establecido erróneamente un vínculo de filiación entre los herejes de Orleans y los cátaros. Miniatura que representa la
expulsión de los albigenses
de
Carcasona
en 1209, extraída de un manuscrito de las
Grandes Crónicas de Francia
,
British Library
,
Cotton MS Nero
, E. II, pt. 2, fol. 20v.
Primera página de un manuscrito de los
Miracula Sancti Benedicti
en los que André de Fleury informa sobre la herejía de Orleans, siglo
XI
. El códice está custodiado en Loiret,
Archivos Departamentales de Loiret
, H20.
Isidoro de Sevilla
, teórico de la
historia
, presentando su
Defensa de la fe católica
a su hermana Florentina, alrededor de 800. La miniatura se conserva en el siguiente códice: París,
Bibliothèque Nationale
, Lat. 13396, fol. 1v.
El obispado de Orleans fue un problema entre el rey de Francia (en azul en el mapa) y el conde de Blois (en amarillo).
Fulberto de Chartres
fue un actor indirecto en el caso de Orleans. Esta miniatura que lo representa en la
Catedral de Chartres
, está tomada del
obituario
del capítulo de Notre-Dame, datado en el siglo
XI
. Se conserva en Chartres,
Bibliothèque Municipale
, Nouv. Acq. 4, fol. 34r.
La voluntad de
reforma de la Iglesia
, tal y como fue llevada a cabo en particular por
Gregorio VII
, animó tanto a los condenados de Orleans como a sus jueces.