Los vándalos habían ocupado la provincia romana de África a principios del siglo quinto, y establecieron un reino independiente allí.
En 530, un golpe de Estado en Cartago derrocó al rey pro romano Hilderico y lo reemplazó por su primo Gelimer.
El emperador romano de Oriente Justiniano tomó esta situación como un pretexto para interferir en los asuntos vándalos, y después de asegurar la frontera oriental con la Persia sasánida en 532, comenzó a preparar una expedición al mando del general Belisario, cuyo secretario Procopio escribió la principal narrativa histórica sobre la guerra.
Justiniano aprovechó, o incluso instigó, rebeliones en las remotas provincias vándalas de Cerdeña y Tripolitania.
Sin embargo, el control imperial apenas alcanzó más allá del antiguo reino vándalo, y las tribus moras del interior se mostraron indispuestas a aceptar el dominio imperial y pronto se levantaron en rebelión.