Guerra civil castellana de 1437-1445

A mediados del mes siguiente los nobles sublevados se apoderaban por sorpresa de Valladolid, lo que llevó al rey Juan II a pedir la intervención del infante de Aragón don Juan, rey consorte de Navarra.Allí los embajadores del rey recibieron un memorial dirigido a Juan II en el que se criticaba duramente el gobierno de Álvaro de Luna y a quien se llegaba a acusar de homosexual, «lo que fue siempre más denostado en España que por alguna que hombre sepa», y de tener embrujado al rey Juan II: «el dicho condestable tiene ligadas e atadas todas vuestras potencias corporales e animales por mágicas e deavolicas encantaciones».La entrevista tuvo lugar el 6 de enero en El Tiemblo y al día siguiente enviaron un ultimátum a la Liga amenazándoles con la guerra si no disolvían sus huestes.La respuesta de la Liga fue pedir que el «condestable saliese del reyno», como condición previa para llegar a algún acuerdo y el 21 de enero publicar un manifiesto en Arévalo en contra de don Álvaro de Luna y en el que hacían un llamamiento a las ciudades castellanas para que se unieran a la Liga en la guerra que iba a entablar contra el condestable.El documento comenzaba así: «Bien sabedes con quantos damnos e menoscabos estos reynos han conportado de veynte años a esta parte la privación del condestable con el dicho señor rey».Se apoderaron fácilmente del lugar porque los 3000 hombres del ejército real se negaron a luchar, según un cronista de la época, «por la mala querencia que todos avían al su condestable».[21]​ Meses después, tras recabar apoyos entre la alta nobleza castellana, el príncipe de Asturias don Enrique le declaró la guerra a don Juan de Navarra mediante un manifiesto hecho público el 29 de marzo de 1444 en el que hacía un llamamiento dirigido especialmente a las comarcas castellanas fronterizas con Navarra para que todos se sumaran a la lucha para liberar al rey Juan II, expulsar a los «extranjeros» y atacar las poblaciones del reino vecino.[23]​ La retirada de don Juan fue aprovechada por el rey Juan II para apoderarse de sus principales posesiones castellanas y así fueron tomadas Medina del Campo, Olmedo, Roa y Peñafiel.Así que cuando diez días después llegaron los embajadores de Alfonso el Magnánimo a la corte castellana, situada en aquel momento en la aldea de Torresandino, poco pudieron hacer para convencer a Juan II para que volviera a lo estipulado en la Concordia de Toledo y devolviera las plazas que había ocupado.De ahí que una nueva embajada del rey de Aragón Alfonso el Magnánimo no lograra ningún resultado a pesar de que sus miembros amenazaron al rey castellano con que podría acontecerle «massa gran molestia e congoxa» si no daba pasos hacia la reconciliación en «benivolència e fraternal afecció e caritat» con sus primos los infantes de Aragón don Enrique y don Juan.Mientras tanto el infante de Aragón don Enrique se había replegado con sus huestes hacia Lorca donde estaba reuniendo tropas reclutadas en el sur del Reino de Valencia.Como ha destacado Jaume Vicens Vives, «era una maniobra arriesgada, que obligaba a un choque definitivo».Al día siguiente los infantes partieron en una «loca huida» para Aragón llegando a Calatayud.En primer lugar, el fallecimiento del infante don Enrique, «el más ambicioso, audaz, belicoso e intrigante de los Infantes de Aragón».Pero este historiador también destaca, en lo que coincide con Jaume Vicens Vives, que «los vencedores de Olmedo habían sido los nobles más destacados de Castilla y esta vez, como en otras ocasiones, lograron importantes beneficios».Álvarez Álvarez concluye: «la eliminación de los Infantes de su, hasta ahora, permanente intervención en las tierras y asuntos castellanos abre un nuevo camino en el tradicional enfrentamiento nobleza-monarquía que se ve agudizado por la existencia prácticamente de dos Cortes, la del rey Juan II y su valido, y la del príncipe de Asturias, el futuro Enrique IV, con sus correspondientes partidos y bandos nobiliarios e intereses.
Castillo de Fuentidueña de Tajo de donde escapó Pedro Manrique en agosto de 1438.
Castillo de Maqueda , uno de los bastiones de don Álvaro de Luna , que tuvo que entregar a sus adversarios en cumplimiento de la Sentencia de Medina del Campo .