A la mañana siguiente los jefes de las demás regiones militares se unieron al golpe.
Fue cuando cae enfermo que se plantea el problema de quién iba a sucederlo.
No obstante, entre setiembre y octubre hubo una recomposición de las fuerzas, seguido de críticas por parte del nuevo gobierno hacia la política industrial-nacional, que marcaba ya una tendencia del norte económico que la nueva gestión quería seguir: anti nacionalista.
Para agosto, se declaraba como inadecuado el proyecto socialista y se abandona el programa ideológico que primó durante los 8 años de Velasco, principalmente en cuanto a la idea de la propiedad social.
El cambio en la política se vio reflejada en todos los sectores, generando reacciones a favor y en contra.
La izquierda tuvo un rol fundamental en el debilitamiento de la dictadura militar, sin embargo, fue incapaz de aprovechar la crisis política para armar una propuesta política como salida a los problemas concretos de la realidad peruana, que partía por generar espacios democráticos que ofrecieran mayores herramientas a los sectores populares para llevar a cabo las trasformaciones político-económicas que fueran necesarias.
Esta medida duraría un año entero para luego ser aplicada de forma sectorial.
Se esperaba tener ante la crisis una respuesta de unidad y apoyo, algo que no sucedió.
El pueblo paró en forma unitaria a pesar de todas las amenazas y las medidas represivas aplicadas.
Morales Bermúdez anuncia un cronograma político que llevará a entregar el poder en 1980.
Los actores políticos conservadores y sus revistas fueron afectados cuando su acción rebasó la disciplinada visión que tenía el gobierno.
Deportaciones, detenciones, persecuciones fueron medidas al igual que la reducción de salarios.
Falla entonces terminando con la caída del Ministro Barúa tras no poderse imponer sobre las Fuerzas Armadas y la burocracia civil.
Su reemplazo es Walter Piazza quien sigue más o menos el mismo modelo de Barúa y demuestra que el gobierno no tiene ni idea de cómo beneficiar al pueblo.
Durante el año 1978 se expresarán las continuas luchas de las organizaciones sindicales.
Esta movilización que fue vista como derrota a pesar de haber paralizado efectivamente las zonas fabriles, marcó el primer semestre del año.
También en 1979 murieron Eudocio Ravines, máximo dirigente del Partido Comunista en los años 30 y renegando luego de su condición, asumió posiciones de extrema derecha; y Pedro Beltrán, hacedor de la política económica agro-exportadora que enmarca las últimas décadas del poder oligárquico y el pensamiento económico por varias décadas.
Es por ello que, en este periodo, los partidos actuaron negociando y perfilando sus estrategias electorales.
En todo plano, 1979 ofrece elementos para comprender mejor el proceso político peruano y sus límites.
Desde enero de 1977, el ministro del Interior, general Luis Cisneros Vizquerra, había iniciado conversaciones con los partidos políticos que existían al momento de la deposición de Belaúnde; fue así como se realizaron contactos con el APRA, con Acción Popular, Partido Popular Cristiano y Partido Comunista del Perú.
Ello se realiza en un cuadro bastante complejo, en el cual las movilizaciones populares continúan presentes, aunque iniciando cualitativamente un periodo de reflujo.
Estas movilizaciones no son las únicas del movimiento popular en el segundo semestre de 1978, pero en todas ellas se va notando la dificultad que supone no contar con una dirección política centralizada y a la vez enfrentar a un gobierno que responde en todos los frentes con dispositivos legales y represión.
La alta tensión provocada por el conflicto del sur pesó también significativamente en la escena política.
De regreso al Perú, los médicos le hacen saber que tenía un cáncer avanzado, viajó nuevamente a Estados Unidos y en el Hospital de Houston le confirmaron el diagnóstico peruano.
Sin embargo, distintos hechos ocurridos permiten demostrar que sí existe una mecánica distinta a la del pasado, enfrentándose ahora a la “modernización de la dominación burguesa” (Pease 1982: III) El triunfo de Belaúnde Terry se puede explicar en tanto muestra una contraposición a todo lo que conlleva el gobierno militar, que sufría un desgaste en sus políticas.
Así, estas elecciones no fomentaron la reflexión sino que buscaron generar un sentimiento en el elector.
Las elecciones permitieron definir las capacidades de todos los partidos participantes en la campaña electoral (Pease 1982: VIII).
Por ejemplo, la izquierda peruana llegó a obtener votos que le permitieron seguir teniendo vigencia en la arena pública y representarse con una nueva generación política.
La apertura a la democracia permitió un cambio en el manejo político de aquellos tiempos.