Actualmente existen numerosos descendientes de esta etnia tanto en Argentina como en Chile.
[10] Estudios recientes demuestran que los selknam se dividieron en las siguientes parcialidades:[11] Sobre el número aproximado de población selknam y sus tres parcialidades étnicas, existen dificultades serias para estimar cifras razonables, debido a la falta de estudios demográficos previos al proceso colonizador.
Sin embargo, para tener una visión aproximada, Martin Gusinde estimó la población antes del proceso colonizador entre 3500 a 4000 personas.
En algún punto, las sociedades originarias eran primigenias y el espacio aún no había sido alterado en demasía.
[14] Pero esta actitud no logró traducirse en un verdadero ambiente bélico, por las claras desventajas materiales que poseían los selknam frente a todo el cuerpo establecido para su ataque y captura.
Esta diferencia fue el elemento clave que no permitió generar una resistencia por parte de los indígenas para permanecer en sus territorios, y en consecuencia la rendición y la resignación forzada, fue una de las tantas causas para su desaparición como pueblo establecido.
Con este incentivo, cientos de aventureros extranjeros llegaron a la isla con la esperanza de encontrar en tan anheladas y lejanas tierras, el sustento inicial para producir auspiciosas fortunas[17][18][19][20][21][22] Sin embargo, estos sueños se verán diezmados por el rápido agotamiento del metal.
Esteban Lucas Bridges, aventurero y defensor de los indígenas, señala en su libro El último confín de la Tierra (Londres, 1948) que los onas atacaron campamentos mineros previamente al genocidio, participando en matanzas entre clanes rivales.
Entre los cazadores de indígenas se encontraban Julio Popper,[8][23] Alexander McLennan,[n 1] «Mister Bond»,[8] Alexander A. Cameron,[8] Samuel Hyslop,[8][24] John McRae[8] y Montt E. Wales[8] Durante las expediciones mineras comenzaron los asesinatos múltiples de selknam.
Existen testimonios que indican que durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, los barcos que pasaban por el Estrecho de Magallanes o por las costas oriental y sur de la isla realizaban prácticas de tiro utilizando como blanco a los indios onas: cuando divisaban a lo lejos una fogata, o una toldería, disparaban contra ellas.
Se ignora la cantidad de víctimas que pudieron haber causado tales prácticas.
Es la primera masacre documentada, y se conoce con detalle, cuándo, dónde y cómo ocurrió pues fue cometida por un oficial argentino, en una misión de exploración, donde debía registrar su accionar en un diario de bitácora.
[27] Una tribu ona resistió durante casi un día el asedio de los estancieros y sus empleados, hasta que sucumbieron.
Este principal hecho fue en consecuencia el primer punto de crisis entre colonos e indígenas.
Así, los empresarios ganaderos actuaron siempre bajo su propio criterio financiando campañas genocidas, para lo cual se contrataron a numerosos hombres, extranjeros en su mayoría, importándose considerables cantidades de armamentos, cuyo objetivo era hacer desaparecer bajo cualquier costo a los selknam.
Las largas disputas entre autoridades civiles y los sacerdotes no permitieron concretar un consenso que lograra encontrar una solución satisfactoria al tema indígena.
Según los archivos consultados por esta tesis, el gobernador Señoret estuvo siempre a favor de la causa ganadera, lo cual quedó en evidencia frente a su desinterés por fiscalizar los episodios que se desarrollaban en Tierra del Fuego.
En aquella apartada isla, los indígenas sucumbieron rápidamente frente al avasallador avance de la colonización.
En 1974 falleció en Argentina Angela Loij,[38] considerada por algunos «la última selknam», calificativo que también se le ha dado a otras personas.
En el territorio argentino de Tierra del Fuego viven varias familias selknam en la comunidad indígena Rafaela Ishton y en Chile existen personas que aseguran tener ascendencia selknam y piden ser reconocidos como integrantes de un pueblo indígena.