Hacia el año 2002 contaba con 78 viviendas y una población de 296 habitantes.
Fue construida para soportar temperaturas bajo cero y vientos de hasta 120 kilómetros por hora.
Entre los prisioneros más activos se encontraban Sergio Bitar, Jaime Tohá y Orlando Letelier.
Con motivo de esta restauración a Lawner le proporcionaron papel y lápiz, que el arquitecto utilizó para aprender a dibujar a mano alzada y así dejar registro visual de los campos de detención utilizados en dictadura.
En algún momento fue pintada de color blanco, pese a que Lawner descubrió durante la restauración que originalmente tenía un juego policromado entre rojo, dorado y blanco, típico del período renacentista.