La revista Time lo calificó como el "caudillo militar más rastrero" de China.
[5] Allí Zhang encontró trabajo en un garito de juego en Harbin, asociándose pronto con rateros y carteristas.
[5] Trabajó en las minas de Jilin y más tarde se convirtió en vagabundo.
[7] Se convirtió en bandido y durante la Guerra Ruso-Japonesa combatió del lado ruso, volviendo al bandidaje tras la contienda.
[6] En 1911 su unidad pasó al noroeste de la provincia para dedicarse a la supresión del bandidaje.
[6] Tras ser nombrado Feng presidente en 1917, Zhang le acompañó a la capital como su principal edecán.
[6] Su suerte cambió cuando regresó a Manchuria en 1922, para servir al caudillo local, Zhang Zuolin, que controlaba la región.
[8] Su régimen autoritario se caracterizó por la brutalidad y la rapiña, tanto para sostener sus tropas como para su lucro personal.
Participó de manera notable en la Guerra Anti–Fengtian, contribuyendo destacablemente en la derrota del antiguo aliado Feng Yuxiang y su Guominjun.
[10] En 1927 reforzó a Sun Chuanfang en la zona de bajo Yangzi frente al Ejército Nacional Revolucionario del Guomindang, que avanzaba hacia el norte en su Expedición al Norte, tras derrotar a Wu Peifu en Wuhan.
[10] En febrero ambos caudillos montaron un frente común con cuartel general en Nankín, asaltando un buque soviético en el que capturaron información confidencial que más tarde se usó en el registro de la embajada en Pekín por su señor, Zhang Zuolin.
[11] Durante los primeros meses del año contó con apoyo japonés para retomar su provincia de Shandong.
[9] Mantuvo entre treinta y cincuenta concubinas de nacionalidades diferentes,[8] entre ellas coreanas, japonesas, rusas blancas, francesas y norteamericanas, cada una de las cuales con su número, ya que no podía recordar sus nombres ni hablar su idioma.
Como resultado, los comandantes de Zhang le fueron muy leales, algo que contribuyó a su éxitos marciales.