Fuerzas aerotransportadas

Las formaciones están limitadas al número y tamaño de las aeronaves, así que con bastante capacidad una fuerza grande puede aparecer "desde ninguna parte" en minutos, una acción designada como envolvimiento vertical.

Las fuerzas aerotransportadas pueden dividirse en tres categorías: La premisa básica de las fuerzas aerotransportadas es la de llegar con suficiente velocidad al punto para que no se pueda montar una defensa coherente contra ellas en un tiempo corto.

Se asume que esta ventaja táctica no se puede mantener durante mucho tiempo, por lo que las misiones aerotransportadas eficaces requieren del avance rápido de las tropas de tierra para su apoyo.

En esa época la Unión Soviética también experimentaba con la idea, planeando lanzamientos de unidades completas con vehículos.

El plan progresó, y en 1935 se realizó una demostración en Kiev ante diversas delegaciones extranjeras, en la que saltaron 2500 paracaidistas.

Esto cambió cuando el general Kurt Student de la Luftwaffe fue puesto al mando para este trabajo, y comenzó a crear la nueva fuerza que se conocería como Fallschirmjäger.

Durante la invasión de Noruega y Dinamarca en la Operación Weserübung, la Luftwaffe lanzó paracaidistas en varios lugares.

Al mismo tiempo, pequeños grupos de paracaidistas caían para capturar los puentes cruciales para poder alcanzar todo el país.

La batalla que acabó con las operaciones aerotransportadas de los alemanes tuvo un efecto opuesto en los Aliados.

El lanzamiento fue un fiasco, los problemas de comunicación y navegación dispersaron las fuerzas desde Gibraltar hasta Túnez.

Sin embargo, las tropas aerotransportadas dispersadas maximizaron sus oportunidades, atacando patrullas y creando confusión.

Su objetivo principal era capturar el puente Primosole, proporcionando un camino al 8.º ejército, pero el fuego antiaéreo consiguió realizar muchas bajas.

Su objetivo era capturar la zona, destruir las posiciones enemigas y mantenerlas hasta que llegase el 7.º ejército.

Una vez que fueron capturados sus blancos iniciales, fueron reforzados con tres mil soldados y equipo transportado por unos 300 planeadores en una operación denominada Dove.

Varios lanzamientos ocurrieron durante la invasión de la Filipinas, la mayoría implicando a la 11.ª División Aerotransportada.

Una gran fuerza británica, conocida como Chindits, actuó detrás de las líneas japonesas durante 1944.

Durante la Operación Dracula, en 1945, un batallón paracaidista británico aseguró las defensas costeras japonesas, lo que permitió la ocupación de Rangún sin mayor oposición.

El segundo salto se realizó el domingo de Semana Santa en 1951, en Corea del Sur.

Los aterrizajes desde mar al día siguiente han sido considerado el primer asalto a gran escala desde helicópteros, con el Comando 45 de los Reales Marines tomando tierra en Puerto Saíd.

A pesar de contar con pocos medios, los paracaidistas españoles tuvieron éxito en los distintos saltos que tuvieron lugar entre febrero y abril de 1958, ya que las guerrillas marroquíes se dispersaban al advertir su presencia.

Los comandos SSG (Special Services Group, grupo de servicios especiales) que contaban con unos 200 hombres fueron lanzados a territorio indio.

Como los objetivos indios estaban muy adentro del territorio enemigo, solo aproximadamente una docena regresaron con vida y la operación demostró ser inefectiva.

Paracaidistas de la 82.ª División Aerotransportada estadounidense saltando desde un avión C-17 Globemaster III .
Algunos de los paracaidistas Fallschirmjäger alemanes que capturaron el fuerte Eben-Emael en mayo de 1940.
Paracaidistas alemanes sobre Creta, 1941.
Paracaidistas de la Operación Tonga.
Paracaidistas del XVIII Cuerpo Aerotransportado estadounidense esperan para saltar en el interior de un C-17 Globemaster .