En España el fresno es el árbol que habitualmente acompaña al prado y a la cabaña pasiega.
En este sentido, en muchas zonas de la península ibérica es habitual observar fresnos con troncos de escasa longitud, con la parte superior considerablemente engrosada debido a las sucesivas podas a las que se someten.
Estos árboles artificialmente moldeados por la explotación humana, reciben el nombre de transmochos o cabezudos.
Además, fuentes antiguas, incluyendo las Eddas, escriben sobre un vetgrønster viviente, un «árbol eternamente verde».
El primer hombre, Ask, se formó a partir de un fresno, mientras Embla, la mujer, podría retrotraerse al Alm (Olmo).
En Cheshire, se decía que el fresno podía usarse para curar las verrugas[23] o el raquitismo.
Muchos ecos de arcaicos ritos helenos y mitos implicaban a los fresnos.
El fresno exuda una sustancia azucarada que, se ha sugerido, era fermentada para crear el aguamiel de la poesía nórdica (skáldskapar mjaðar; en islandés moderno, skáldskaparmjöður).