Descubrió varias islas y puertos, a uno de los cuales se le puso su nombre.Se le cargaron en el buque cinco millones de pesos fuertes y regresó, burlando otra vez a sus perseguidores, desembarcándolos sin novedad en el puerto de Cádiz.Pasó después a mandar los navíos Terrible y Concepción, este último perteneciente a la escuadra del general Federico Gravina, y tomó parte en la acción de Brest.Hace hincapié en la conducta del teniente de navío Juan de Matute, que al ser desmontada toda la artillería a su mando, la tercera batería, subió al alcázar y le dijo: Siendo inútil mi presencia en mi puesto, pido permiso para estar junto a mi comandante, en el lugar de más riesgo.Poco después cayeron los tres palos partidos por sus fogonaduras y entre todos estos destrozados restos quedó Uriarte también fuera de combate, por un astillazo que recibió en la cabeza.En ayuda del Victory, que estuvo unos minutos en franca desventaja, acudieron los navíos Temeraire y Neptune.Cuando al almirante Collingwood le llegaron noticias del apresamiento de cierto sable de honor que pertenecía a un valiente general español, ordenó realizar las averiguaciones oportunas al caso, por lo que le devolvió el sable, diciéndole: Como testimonio honroso y prueba de estimación al valor español.(Todos estos objetos están hoy custodiados por el Museo Naval, al que fueron donados por su esposa estando ya viuda).En 1806 se le nombró mayor general de la Armada y consejero de Guerra, siguiendo en estos destinos, hasta que en 1808, por la invasión francesa, se produjo el alzamiento nacional contra los invasores franceses.Fue invitado a presentarse en el Palacio Real y prestar el juramento de fidelidad al rey intruso José Bonaparte, por lo que al oficio recibido le contestó con otro, dirigido al que se lo había mandado, el director general de la Armada, que terminaba diciendo: Se puso inmediatamente en fuga, único medio de salir de la capital con vida, llegando a Sevilla y presentándose a la Junta Central.Dirigió muchos otros trabajos de fortificación, dejando muy adelantados los de Gallineras y Sancti Petri, pero tuvo que dejarlo así porque el deber le obligaba a prestar otros servicios.Falleció en su ciudad natal y en la propia casa que en 1753 le había visto nacer.