El culto a Fortuna fue introducido en Roma por Servio Tulio, teniendo en tal ciudad un templo en el Foro Boario y un santuario público en la colina del Quirinal, poseía un oráculo en Preneste y le estaban consagrados el roble; en Preneste se adjudicaba un trozo de roble a cada recién nacido, según el modo en que sucedía esto se suponía que el recién nacido tendría su fortuna, asimismo a Fortuna le estaba consagrado el día 11 de junio, durante toda esa fecha se realizaba un festival que se llamaba Fors Fortuna; se le consideraba también la propiciadora de la maternidad.
Los poetas la pintan calva, ciega, en pie y con dos alas a los dos pies, el uno sobre una rueda que da vueltas, el otro en el aire.
En otra de Cómodo, la fortuna permanente, Fortuna manent, está caracterizada por una dama romana sentada, teniendo en la mano izquierda un cuerno de la abundancia y con la derecha un caballo con su brida.
La Fortuna victoriosa se apoya también sobre un timón y tiene un ramo de laurel.
Algunas veces se sustituye a la rueda un globo celeste cuyo movimiento perpetuo anuncia igualmente la inconstancia.
En Esmirna estaba la estrella polar sobre la cabeza y un cuerno de la abundancia en la mano.
En la ciudad de Este, en Tivoli, Zuccheri ha pintado la Fortuna a horcajadas sobre un avestruz: idea extraña cuyo sentido es difícil descubrir, pero sin duda significa que esta diosa favorecía casi siempre a los necios.