La Real Academia Española, en su diccionario en línea (on line),[2] incluye como segunda definición el lugar donde se ejecutaba a ciertos delincuentes.A las personas que pasaban mucho tiempo sentadas en la mesa camilla, le salían en las piernas una especie de manchas o vejigas muy incómodas, las llamadas cabrillas.Actualmente, aún quedan personas, sobre todo muy mayores y en los pueblos, que siguen usando este tipo de braseros, y, por desgracia, cada año hay muchas muertes, por incendios o por inhalación de CO por mala combustión del carbón o el propio incendio provocado por una resistencia que se pone al rojo vivo en el caso de los braseros eléctricos y que cuando algo contacta con ella arde.Así parecen indicarlo también los ejemplos encontrados en España, de braseros ibéricos del siglo VII a. C..En la América precolombina, hay numerosos artilugios similares, desde el "tlecaxitl" azteca de usos religiosos, hasta los braseros-hornillo estudiados por el instructor Raúl Ybarra.Dejar el brasero encendido al salir de casa para que nuestros animales sigan teniendo calefacción, o montar un pequeño tendedero para secar la ropa bajo la mesa camilla, han sido también causantes de incendios domésticos.