Este coche era un derivado del modelo estadounidense Ford Torino, del cual no pudo tomar su nombre ya que unos años antes de su presentación, fue presentado otro automóvil con nombre similar: el IKA-Renault Torino.
Fue así que para evitarse más de un problema legal (IKA había registrado para sí el nombre "Torino", imposibilitando de su uso en Argentina a Ford), se recurrió a un nombre muy usado por Ford entre sus autos en Estados Unidos: Fairlane.
Sin embargo, su aparición se dio en una época en que la marca Ford comenzó a ejercer un gran dominio en la especialidad, por lo que las autoridades de la categoría decidieron prohibir de manera terminante el uso del Ford Fairlane en la categoría.
Es así que Ford decide redoblar la apuesta e intenta ofrecer un coche netamente exclusivo.
La versión norteamericana tuvo dos estilos de carrocería, una correspondiente al año 1968[1] y otra a 1969.
Para su presentación, se montó una campaña publicitaria de preestreno en la que se veía transitar en la oscuridad y con las luces encendidas, una caravana de Fairlanes mientras el locutor decía "Para usted, ya llega la Nueva serenidad espacial".
Luego de comprobar los atributos del auto, el jeque desea tener tres unidades para también transportar a sus esposas.
El diseño del auto, se basaba en un estilo sobrio y señorial, presentando detalles que expresaban su elegancia en la más alta forma.
Muchas empresas de hecho, crearon sus propias flotas ejecutivas con modelos Fairlane.
Varios pilotos de Ford, rápidamente cambiaron sus Falcon por Fairlanes, teniendo resultados discretos.
Sin embargo, no fue hasta 1989, con Oscar Angeletti al volante, que este auto tuvo su época de gloria.
En ese entonces, Ford tenía un motor ideal con mucha potencia, pero la rectilínea carrocería del Falcon no ayudaba, por lo que Angeletti encararía un plan personal para poder aprovechar el nuevo reglamento técnico favorable a Ford.
A diferencia del Falcon, el Fairlane poseía una mejor concepción aerodinámica y una mejor tenida en ruta, sin embargo a su producto final Angeletti lo dejó con 30 kilos por encima del peso reglamentario del Falcon, con el fin de poder mantener a su coche lo más emparejado posible con el resto de sus rivales.
Su aparición en pista generó simpatía y despertó el ocurrente ingenio del público.
Olavarría y Bahía Blanca fueron dos malas pasadas con abandonos por problemas de motor.
Nuevamente en Buenos Aires, repitió el podio pero esta vez detrás del Ford Falcon de Oscar Aventín.
Más tarde en Junín llegó la segunda alegría de Angeletti y su Fairlane, porque nuevamente encontraban la victoria.
Con todos estos resultados, Angeletti se ponía tercero, preparado para pelearle el título a Oscar Castellano, su archirrival de los últimos cuatro años que también cambió de marca ese año, pero que en este caso piloteaba un Ford Falcon.
Angeletti arrancó dominando las acciones, mientras que Castellano hacía su carrera para mantener la corona.
Pero si hay algo que quedará para siempre en la memoria de sus fanáticos, fue su andar inalterable, y el recuerdo de quién más tarde fue considerado como el especialista en coches grandes: Oscar Angeletti.