Oscar Angeletti

Arrancó su trayectoria como la mayoría, piloteando kartings durante su infancia, para luego pasar a correr en la arena de los grandes.

Al año siguiente, la suerte no lo acompañó llegando nuevamente a posicionarse octavo en el Torneo.

A pesar de esta derrota legal, Angeletti no se rindió y en 1990 presentó un Ford Falcon con el que continuaba demostrando habilidad conductiva.

Sin embargo, la suerte le jugó una mala pasada, cuando en el gran premio de Santa Teresita estrenó su unidad sin haberla probado en ningún lado.

En estado crítico fue llevado hacia el hospital donde finalmente logró recuperarse, pero la gravedad del impacto provocó su precipitado retiro de las pistas argentinas.

Con su diseño altamente revolucionario por su aerodinamia y su potente motor, "la GTX" como se lo conocía fue un coche difícil de batir.

También por ese entonces, algunos pilotos comenzaban a hacer debutar un nuevo modelo de la marca del óvalo: El Ford Fairlane.

Sin embargo, no fue hasta 1989, con Oscar Angeletti al volante, que este auto tuvo su época de gloria.

En ese entonces, Ford tenía un motor ideal con mucha potencia, pero la rectilínea carrocería del Falcon no ayudaba.

Nuevamente en Buenos Aires, repitió el podio pero esta vez detrás del Ford de Oscar Aventín.

Más tarde en Junín llegó la segunda alegría de Angeletti y su Fairlane, porque nuevamente encontraban la victoria.

Con todos estos resultados, Angeletti se ponía tercero, preparado para pelearle el título a Oscar Castellano, su archirrival de los últimos cuatro años que también cambió de marca ese año, pero que en este caso piloteaba un Ford Falcon.

Sin embargo, la penúltima fecha en Morón, le jugaría una mala pasada: Rompió el motor en pruebas libres, fue tercero en la clasificación, ganó su serie y estaba por llevarse el triunfo.

El final fue apasionante, con el Fairlane aguantando los embates del Falcon de Castellano y cruzando la meta en primer lugar, con la llanta tirando chispas.

Dodge de Angeletti de 1987.
Ford Fairlane de Oscar de 1989.
La llanta de la hazaña.