Fileteado

Su repertorio decorativo incluye principalmente estilizaciones de hojas, animales, cornucopias, flores, banderines, y piedras preciosas.

[1]​ Nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, hacia fines del siglo XIX como un sencillo ornamento para embellecer carros de tracción animal que transportaban alimentos y con el tiempo se transformó en un arte pictórico propio de esa ciudad, hasta tal punto que pasó a convertirse en el emblema iconográfico que mejor la representa.

En 1970 se organiza la primera exposición del filete, acontecimiento a partir del cual se dio al fileteado una mayor importancia, reconociéndolo como un arte de la ciudad y promoviendo su extensión a todo tipo de superficies y objetos.

Tal vez por travesura o solo por experimentar, el hecho es que pintaron los chanfles del carro de colorado, y esta idea gustó a su dueño.

Esta tarea era en principio realizada por letristas franceses que en Buenos Aires se dedicaban a pintar letreros para los comercios.

Solía decorar los paneles laterales de madera (tablones) con flores y dragones, mientras que la tabla principal se ornamentaba con algún tema propuesto por el dueño.

Tanto estos como los fileteadores eran muchas veces inmigrantes, en su mayoría italianos y españoles, de condición humilde.

Los objetos pintados suelen aparecer acompañados de filigranas, arabescos, borlas, guardas, pergaminos, copones o cornucopias.

La letra gótica, a la que los fileteadores llamaban esgróstica, junto con la cursiva, fueron las más utilizadas en este arte.

Según los hermanos Enrique y Alfredo Brunetti (hijos del mencionado Vicente), la gótica se eligió pues estaba en todos los manuales de letras.

En cuanto a las frases, sus autores no eran los fileteadores, si no los dueños de los transportes; generalmente se colocaban o al frente a modo de presentación (El sin igual, Yo me presento así, etc.) o en la parte trasera, que era donde solían estar las más originales.

Había refranes o leyendas de los más diversos temas, divertidas, filosóficas, provocativas o galantes con respecto a: Alguna vez las frases llamaron la atención de Jorge Luis Borges, quien escribió un artículo sobre las mismas contribuyendo a su divulgación.

La escultora argentina Esther Barugel y su esposo, el pintor español Nicolás Rubió, fueron los primeros en realizar una investigación minuciosa sobre la génesis del fileteado; organizaron el 14 de septiembre de 1970 la primera exposición del filete en la Galería Wildenstein, en Buenos Aires.

El fileteado dejó de verse entonces como una simple artesanía que servía sólo como un sencillo ornamento para carro o camión, y se le dio una mayor importancia, reconociéndose en el país y en el exterior como un arte de la ciudad, que desde entonces se “separó” del camión y se extendió a todo tipo de objetos.

El fileteado comenzó a pintarse en cuadros, algo en lo que se destacó Martiniano Arce, seguido más tarde por Jorge Muscia.

Entre los mejores exponentes de este arte (Maestros Fileteadores, citados por los estudiosos Nicolás Rubió y Esther Barugel), se encuentran los primeros fileteadores: Salvatore Venturo, Cecilio Pascarella, Vicente Brunetti, Alejandro Mentaberri, Pedro Unamuno, y el renombrado Miguel Venturo; a una segunda generación pertenecen Andrés Vogliotti, Carlos Carboni, León Untroib, los hermanos Brunetti, los hermanos Bernasconi, Enrique Arce, Alberto Pereira, Ricardo Gómez, Luis Zorz (ver su placa del Café El Japonés) y Martiniano Arce, destacándose este último como un renovador al utilizar por primera vez el fileteado porteño como pintura de caballete y obteniendo a lo largo de su trayectoria un sólido reconocimiento en el terreno del arte.

De la nueva generación se destacan Jorge Muscia, por los premios recibidos en el terreno de la plástica y sus numerosas muestras en el exterior, y los fileteadores Alfredo Genovese, Elvio Gervasi, Miguel Gristan, Adrián Clara, José Espinosa, Alfredo Martínez, Sergio Menasché, entre otros, que siguen desarrollando este arte en la actualidad.

El resurgimiento del fileteado se debe en gran medida al ingenio y creatividad de quienes buscaron nuevos soportes para plasmarlo.

[14]​ Jorge Muscia logró una importante difusión del mismo en el exterior al realizar diversas exposiciones de sus obras en Europa, México y Estados Unidos.

[15]​ El lugar elegido fue la calle Jean Jaurès en la cuadra del nº701 al nº799 (entre las calles Zelaya y Tucumán), en la que se encuentra el mencionado museo que fue a su vez vivienda del ídolo tanguero de Buenos Aires.

De 80 artistas inscriptos, un jurado conformado por arquitectos, artistas y vecinos premió a seis, que realizaron sus proyectos en sendas fachadas de vecinos del museo, los cuales se comprometieron a mantener los frentes intactos por lo menos por un año.

Los pedidos de obras eran realizados por camioneros y colectiveros, oficios que eran considerados poco apropiados para mujeres.

Algunos de los pocos que orientaron a los más jóvenes fueron Luis Zorz, Ricardo Gómez (el primero que comenzó dictando talleres a mujeres, en Parque Avellaneda), Alfredo Martínez, y Genovese, este ya hacia fines del siglo XX.

Carro fileteado en exposición.
Triciclo
Camión de carga fileteado
Modelo Ford 31 doble A fileteado como antaño.
Autobús del año 1947.
Fileteado en una unidad moderna
Colores fuertes y uso sobrecargado de la superficie.
Típicas flores de 5 pétalos.
El dragón, animal ficticio muy recurrente.
Virgen de Luján
El caballo, uno de los animales más solicitados.
Fileteado en una ferretería.
Colectivo marca Mercedes Benz exhibido en el Museo de dicha marca, en Alemania.
En la actualidad sólo se permite un sencillo filete entre los planos de color del techo y la parte inferior del colectivo.
Frascos fileteados.
Zapatillas decoradas con filetes.
Calle Jean Jaurès.