Después de esta última derrota, huyó a La Rioja, donde mantuvo una pequeña fuerza en armas contra el gobernador unitario Domingo Eugenio Villafañe.
Villafañe nombró comandante de armas a Brizuela, lo que le valió la enemistad del Chacho.
Brizuela los venció en un combate en Pango, pero Villafañe ya no estaba allí: había dejado el gobierno a Tello, en enero, y había buscado refugio en Tucumán, a la sombra del nuevo gran caudillo del Noroeste, Alejandro Heredia.
Su actuación fue muy pobre: permitió que la provincia de Tucumán se anexara los departamentos del oeste: Santa María, Belén y Tinogasta.
Fue llevado presencia del general Juan Lavalle, que lo hizo fusilar a mediados de junio, junto con los coroneles Franco y Guerrero.