En algún caso se ha aplicado a personajes históricos que vivieron antes de la aparición del fascismo.
Como señaló el historiador Stanley G. Payne: Ya en 1944 el vocablo se había extendido tanto en su uso que el ensayista y novelista británico George Orwell escribió: Más recientemente, en 2018, el Huffington Post publicó la siguiente reflexión: Según José María Marco, este uso del término fue parte de una campaña de propaganda de la URSS, que lo utilizó para señalar a todo aquel que no simpatizase con el comunismo: Demás calificativos como «nazi», «ultraderechista», «ultraizquierdista», «franquista», «comunista» o «pinochetista» muchas veces se utilizan con intención similar.
La etiqueta se utilizó ampliamente en la prensa y en el lenguaje político para describir a los oponentes ideológicos de los bolcheviques, como el movimiento blanco.
Tras la invasión alemana de la Unión Soviética en 1941, fascista se utilizó en la URSS para describir prácticamente cualquier actividad u opinión antisoviética.
Algunos soldados soviéticos de base creyeron, según se informa, que estaban siendo enviados a Berlín Oriental para luchar contra los fascistas alemanes.
Con frecuencia describieron al Gobierno ucraniano tras Euromaidán como fascista o nazi, al tiempo que utilizaban bulos antisemitas, como acusarles de "influencia judía" y afirmar que difundían "propaganda gay", un tropo del activismo anti-LGBT.
En Estados Unidos, el vocablo «fascista» es utilizado tanto por la izquierda como por la derecha, y su uso en el discurso político estadounidense es polémico.
En la derecha estadounidense, fascista se utiliza con frecuencia como insulto para dar a entender que el nazismo, y por extensión el fascismo.
Según History News Network, esta creencia de que el fascismo es de izquierdas "se ha convertido en una sabiduría convencional ampliamente aceptada entre los conservadores estadounidenses, y ha desempeñado un papel significativo en el discurso nacional" Un ejemplo de ello es el libro del columnista conservador Jonah Goldberg Liberal Fascism, donde el liberalismo moderno y el progresismo en Estados Unidos son descritos como hijos del fascismo.