La pudelación fue inicialmente un medio empleado para producir hierro forjado, pero luego se aplicó a la producción de acero.
En la antigüedad clásica y durante la Edad Media, el mineral se fundía con carbón vegetal, calentándose en hornos bajos a temperaturas de aproximadamente 1250 °C.
También se conocía el templado en agua o aceite, y el historiador romano Plutarco (45-125 d. C.) interpretó correctamente el proceso asociándolo al rápido enfriamiento.
Así mismo, aparecieron otras labores de forja especializadas en fabricar determinados utensilios como cuchillos, herraduras, hoces, clavos, armaduras, lanzas, flechas o cerraduras.
Las propiedades del hierro se podían determinar específicamente mediante procedimientos desarrollados empíricamente, como el revenido, la carburización, el templado y el recocido.
El arrabio se podía fundir con buena calidad y en cantidades suficientes en los altos hornos, que aumentaban constantemente de tamaño.
Además, casi todo el carbono se quemaba durante el refinado, por lo que el acero Bessemer no era particularmente resistente.
A la fusión le sigue el refinado, que reduce los componentes indeseables como el exceso de carbono en particular, pero también el fósforo y el azufre.
Este proceso sirvió para producir la mayor parte del acero hasta 1960, ya que también era una excelente forma de reciclar la chatarra.
Krupp fue el último industrial de Alemania en abandonar la forja, pero prohibió a sus vendedores revelar que su acero, conocido por su alta calidad, solo se laminaba.
Este método de producción en la industria del acero se denominó "hard driving" en los Estados Unidos y "Schnellbetrieb" en Alemania.
Sin embargo, la tecnología de inyección inferior se utiliza con éxito en convertidores para aceros inoxidables (CLU = proceso Creusot-Loire Uddeholm y AOD).
Por ejemplo, el gas de alto horno se ha utilizado durante mucho tiempo para calentar el aire insuflado en la colada.
Este negocio adicional supuso una significativa ventaja de costo, por lo que el acero fabricado con el convertidor Thomas pudo reducir su precio.
El 40% de la producción británica se exportaba a Estados Unidos, que estaba construyendo rápidamente su infraestructura ferroviaria e industrial.
El uso del acero en automóviles y electrodomésticos se produjo ya en el siglo XX, impulsando todavía más la demanda.
[49] En 1984, Republic se fusionó con la Jones and Laughlin Steel Company, pero la nueva empresa quebró en 2001, al igual que Bethlehem.
Por el contrario, ya en plena expansión económica, apenas se vio afectada por la crisis de 1929, superando aquel año definitivamente a Gran Bretaña.
Durante el siglo XXI, la fabricación ha experimentado un nuevo repunte, alcanzando cifras similares a las de los Estados Unidos.
Ese año, ThyssenKrupp gastó 12 mil millones de dólares para construir las dos plantas más modernas del mundo, en Alabama y Brasil.
Sin embargo, la gran recesión mundial que comenzó en 2008, con sus fuertes recortes en la construcción, redujo drásticamente la demanda y los precios cayeron un 40%.
ThyssenKrupp perdió 11 mil millones en sus dos nuevas plantas, que incluso llegaron a vender acero por debajo del costo de producción.
Una parte de las empresas desmanteladas pasó a la Unión Soviética, que las necesitaba para reconstruir el país destruido por la guerra.
[68] España se sumó a la siderurgia industrial en la segunda mitad del siglo XIX, como prolongación de la minería del hierro dedicada a explotar los yacimientos existentes en Andalucía y en el País Vasco, concentrándose esta actividad en las ciudades de Málaga y Bilbao principalmente.
Las otras grandes industrias japonesas, como la construcción naval, la automotriz y la maquinaria industrial, están estrechamente vinculadas al acero.
Por lo tanto, formó una empresa estatal, la Hindustan Steel Limited (HSL) y estableció tres plantas siderúrgicas en la década de 1950.
[76] En China, tras la Segunda Guerra Mundial, el dictador del partido comunista Mao Zedong desdeñó las ciudades y apostó por el campesinado para protagonizar el denominado Gran Salto Adelante.
Por otro lado, cabe destacar la presencia continuada en los primeros lugares de países como Japón, Alemania o Rusia, y la decadencia del sector en el Reino Unido.
La fabricación secundaria implica agregar o eliminar otros elementos, como agentes de aleación y gases disueltos.
Ahora es común realizar estas operaciones mediante cucharas agitadas con gas que incorporan calentamiento por arco eléctrico en la tapa del horno.