[1] Sobre las fases de expansión del Tahuantinsuyo existen varias hipótesis y divisiones hechas por diversos historiadores.
Así como también existen muchas discrepancias entre los investigadores sobre las incursiones incaicas en algunas zonas que han sido poco estudiadas.
[2] Durante este periodo gobernaron Pachacutec, Túpac Yupanqui, Huayna Cápac, Huascar y Atahualpa.
[2] Los siguientes Sapa Incas, no realizaron expansión territorial alguna, por el contrario, se dedicaron un imperio consolidado.
Que, esa situación perjudicaba los intereses de la nobleza cuzqueña y a sus sucesores.
Atahuallpa Inca aceptó la invitación para que el juramento de lealtad fuera más solemne.
Hasta ahí fueron a buscarlos las tropas de Atahualpa, y se produjo el enfrentamiento en la zona denominada Quepaipa.
De tal magnitud debió ser la revuelta, que Atahualpa, o no se atrevió a entrar al Cuzco o no tuvo tiempo de hacerlo, pero siempre mantuvo cautivo a Huáscar Inca Yupanqui.
Waldemar Espinoza Soriano, sobre la masacre cuzqueña y la muerte de Huáscar Inca Yupanqui, nos dice:
De pronto, los indefensos prisioneros vieron que traían a Huáscar Inca vestido de color plomo, atadas sus manos atrás y con una soga en el cuello; y que era obligado a pasar entre ellos.
En el séquito del Sapa Inca, siempre estuvieron sus otros hijos: Ninan Cuyuchi y Atahualpa.
Había nacido en el Cuzco y pertenecía, por descendencia materna, al linaje de Túpac Inca Yupanqui.
Sin embargo, Huayna Cápac, había establecido la siguiente orden de sucesión: Atahualpa, no estuvo en sus planes iniciales.
Esos malos informes ya no pudieron ser escuchados por el Sapa Inca, porque Huayna Cápac, había dejado de existir.
Por supuesto, esas insinuaciones aumentaron la desconfianza y acrecentaron el mutuo resentimiento entre ambos hermanos.
Ullco Colla, curaca de Tumipampa, envió mensajeros a Huáscar Inca Yupanqui haciéndole saber que Atahualpa intentaba sublevarse.
Mensajeros especiales de Atahualpa llevaron al Cuzco ricos presentes a Huáscar Inca Yupanqui, para apaciguarlo y ganar tiempo.
Esa leyenda se propaló por todo el Imperio y convirtió a Atahualpa en un ser mítico.
El victorioso curaca de la Puná, invadió Tumbes y la castigó duramente, tomando prisioneros a la guarnición dejada por Atahualpa.
Huáscar Inca Yupanqui, envió un numeroso ejército a Tumipampa, al mando del general Atoc.
Como quiera que no exista relación escrita, tampoco los cronistas están de acuerdo con esto.
Al respecto, Miguel Cabello Balboa, el cronista, dice que ese primer encuentro se realizó en Mullihambato.
El primero, a su mando, custodiado por nobles guerreros del Hurin Cuzco, Cañaris y Chachapoyas.
Al notar Huáscar Inca Yupanqui que estaba rodeado de hierba seca, ordena prender fuego, lo que provocó un incendio en donde murieron muchos soldados del ejército de Atahualpa, viéndose obligado a cruzar el río Cotabambas; Huáscar Inca Yupanqui, comete un error al no perseguirlos.
Regresa Challcuchimac a Guanacopampa, en donde se enfrenta al grueso del ejército de Huáscar, que desmoralizado por la captura del Sapa Inca cuzqueño, no ofreció una resistencia organizada, tomando prisionero en ella, al general Tito Atauchi.
Cuando Atahualpa, se encontraba en Huamachuco, preparándose para viajar al Cuzco, llegaron unos mensajeros enviados por los curacas de Paita y Tumbes.
En línea recta de la punta norte a la sur del Imperio, había 4.240 km.
Partiendo del Cusco Imperial, el territorio Inca (Tawantinsuyu), estaba dividido en cuatro suyos: Cada suyo, estaba dividido en huamanis (10 000 familias cada huamani) o provincias, que fueron la base de los corregimientos en la época española y de las provincias en la época republicana.
No podemos comparar las culturas Mesoamericanas con la Inca, por cuanto esta última superó en la forma de conceptuar la Nación y el Estado.
Desarrollaron una ingeniería hidráulica sin par en el mundo; ganaron tierras al cerro, mediante la andenería, ampliando su frontera agrícola, y con ello, garantizaron el desarrollo sostenido del Imperio; paralelo a ello, un poderoso ejército, garantizaba la Seguridad del Imperio (léase Seguridad Nacional); de las investigaciones en este terreno, no hay noticias que algún gobernante del imperio, haya descuidado ni la organización social, ni la político–administrativa y menos aún la militar.