Se colectaron sus restos en la provincia de Buenos Aires, Argentina, y en Brasil.
[1][2] Equus neogeus se caracteriza por presentar morfología oclusal de los premolares con el metacónido y el metastilido completamente unidos, y formando un «bucle doble», además de lóbulos externos con sección horizontal relativamente rectilínea.
Vivió hasta el final del Pleistoceno o el Holoceno temprano, por lo que convivió durante algunos milenios con las primeras oleadas humanas llegadas a América del Sur, es decir los primitivos amerindios.
El sabio inglés se sorprendió al hallar un diente de caballo junto a restos de un mastodonte, un toxodonte y un gliptodonte, sospechando que podía haber sido lavado y arrastrado por la lluvia hacia un estrato más antiguo.
Al retornar la expedición a Inglaterra, el científico británico Richard Owen en un principio lo identificó erróneamente como Equus caballos, recién 5 años después se percató que pertenecía a una especie extinta, a la que denominó Equus curvidens[7] En 1840, el paleontólogo y naturalista danés Peter Wilhelm Lund describió la especie en prioridad, mediante un hueso metacarpo III derecho, N.º 866, depositado en el «Zoologisk Museum», de Copenhague, Dinamarca.