Enrico I de Ventimiglia

Hasta tal punto ejercía su poder feudal sobre los bienes territoriales eclesiásticos que el propio obispo de Cefalú denunciaba en 1272 que Enrico I de Ventimiglia tenebat dictam ecclesiam occupatam.

En 1262, el papa Urbano IV, queriendo expulsar al rey Manfredo del trono, lanzó una cruzada en su contra, con Roberto de Fiandra[9]​ como condottiero.

Firma dicho documento Enrico di Ventimiglia, conde de Isola Maggiore.

Para empeorar la situación, su participación (de Enrico Ventimiglia) y apoyo en la revuelta filo-sueva de Corradino Hohenstaufen[13]​ terminó con la paciencia del rey, que decidió atajar definitivamente la situación.

Fue condenado al exilio y a la confiscación de todos sus bienes.

Durante ese periodo tuvo cortas estancias en Valencia, como huésped de la reina Constanza, única hija del ya difunto rey Manfredo y esposa del rey Pedro III de Aragón.

En agosto de 1273 acudió a Requena, donde estaba esos días el rey Alfonso X el sabio, para solicitar su regio permiso para abandonar España.

Al parecer, Enrico necesitaba el dinero para cubrir los gastos del viaje de su regreso a Sicilia, donde llegó justo antes de las "Vísperas Sicilianas".

[28]​ El rey Federico no tuvo entre sus vasallos a nadie que defendiese con mayor tenacidad su Corona como el conde Enrico, tal y como reconoce un gran número de historiadores.

Esta actitud quedó claramente manifestada en el transcurso de los acontecimientos ocurridos cuando los Lengiati traicionaron a su rey introduciendo solapadamente al enemigo en el castillo de Langi.

[29]​ En 1311, se procedió a ejecutar su testamento, en el que Francesco I de Ventimiglia (nieto de Enrico e hijo del difunto Alduino), heredó el condado.

Tanto Guglielmo como Nicoló dieron origen a los que más tarde fueron sus propias casas, con importantes ramificaciones europeas.

El objetivo de su visita era solicitar ayuda al rey Jaime el conquistador contra Carlos I de Anjou, que ya se estaba preparando para invadir Italia meridional.

[16]​ Otros muchos notables de la isla sufren situaciones similares a los Ventimiglia, hasta eliminar o desactivar todo atisbo de resistencia.El nuevo rey Carlos deshizo todas las estructuras autóctonas de poder sicilianas, tanto las locales como las generales del reino.

Además, trasladó la capitalidad de la isla desde Palermo a Nápoles.

Como otros señores feudales de la causa de los Hoenstaufen, Enrico de Ventimiglia estuvo forzado al destierro, que en su caso transcurrió entre sus posesiones ligures, con su familia, y en Cataluña y Valencia, con la reina Constanza, situación que aprovechó para convencer primero y coordinar después con su marido, el entonces ya rey Pedro III de Aragón, la toma e inclusión de Sicilia en la Corona de Aragón, que se produciría después del levantamiento popular que más adelante pasó a llamarse las “Vísperas Sicilianas”.

Más tarde, acompañaron a Pedro III de Aragón en su desembarco y su entrada triunfal en Palermo.

Igualmente, Filodelfo Mugna, en su Teatro genologico delle famiglie nobili titolate feudatarie et antiche de'Regni di Sicilia, afirma que fue el conde Enrico de Ventimiglia junto a otros barones sicilianos los instigadores de las Vísperas.