[5] Durante el periodo desde 1300 al 1320, aún en vida de su abuelo Enrico I de Ventimiglia, consolidó su posición ampliando notablemente el condado de Geraci, que ya comprendía: Geraci, Castelbuono, Pollina, Collesano, Gratteri, Monte S. Angelo, Tusa, Caronia, Santo Mauro, Castelverde, Petralia Superior e Inferior, Ganci, Sperlinga y Pettineo.
En 1312 edificó en Geraci la Iglesia de Santa Ana, donde se ubicó la capilla familiar, Tal como atestigua una inscripción esculpida en el interior del templo.
[16] Tras la muerte del prudente rey Federico II el reino estuvo sometido a gravísimas calamidades, siendo posiblemente la peor de ellas la guerra establecida entre los Ventimiglia y los Chiaromonte.
Por los extraordinarios servicios prestados por la nobleza local al difunto Federico II, este los había colmados de riquezas y prebendas hasta tal punto que rivalizaban con la propia corona.
Tal poderío no solo les hizo comportarse como si fuesen señores independientes, sino que exacerbó sus afanes en demostrarlo en cada momento, allá donde podían.
En abril de 1332 Giovanni regresó a Sicilia, ocasión que aprovechó el monarca Federico III para convocar en Palermo al conde Francesco Ventimiglia y a Giovanni Chiaromonte, para intentar un acercamiento entre los dos cuñados.
Habiendo fracasado en su intento y temiendo la ira del emperador, Giovanni se refugió en su castillo, adoptando una nueva estrategia: si la corte protegía a su enemigo, iría también contra ella, pactando previamente con Roberto de Anjou.
[33] Francesco sospechó que tras la convocatoria se ocultaba una emboscada urdida por sus rivales, ahora muy próximos al nuevo monarca.
Como el Parlamento fue convocado por el mismo rey, el conde de Geraci no podía faltar a la cita sin incurrir en grave desacato, así que envió una delegación comandada por su propio hijo, Francischello, ya por entonces conde de Collesano, pero fue atacada y detenida por los Palizzi, familia rival próxima a los Chiaromonte.
El conde Francesco I de Ventimiglia se hizo fuerte en sus dominios, pero las poderosas tropas del rey Pedro II conquistaron rápidamente sus posiciones.
Cuando quiso regresar al castillo encontró la puerta cerrada, no logrando que le abrieran.
[37] Cuenta la historia que su caballo se precipitó desde un acantilado de la roca, desde un punto del hoy conocido como callejón mandolilla.
Por último, el inmenso tesoro confiscado fue distribuido entre los familiares y amigos del rey.
[43] En este nuevo testamento las disposiciones favorecían a cuatro de los hijos legítimos y posiblemente esta nueva revisión testamentaria se viese motivada por la reciente adquisición del riquísimo feudo de Collesano.
A Ruggero todos los bienes feudales poseídos por la familia Ventimiglia en Lombardia (Italia septentrional).
Finalmente, a Alberto las tierras de Sperlinga y el feudo Barcuni.