En estas elecciones Manuel Prado Ugarteche logró su segundo mandato, apoyado por el Partido Aprista Peruano.
Acusado de conspirador, el general Zenón Noriega, considerado el número dos del régimen, fue desterrado hacia los Estados Unidos.
La ciudad se declaró en huelga general y pidió la destitución del ministro de Gobierno, Alejandro Esparza Zañartu.
Odría ordenó la prisión del director de dicho diario, Pedro Beltrán, que fue confinado en El Frontón, pero poco después, presionado por la opinión pública, lo dejó en libertad.
Lo cierto era que el régimen ya estaba muy desgastado; el mismo Odría se hallaba físicamente disminuido a consecuencia de una fractura en la cadera y otra en el fémur.
La Coalición Nacional, que había empezado la lucha contra el régimen odriísta, no llegó a arraigar en el electorado, y sería desplazada por otros partidos y agrupaciones políticas que surgieron con miras a las elecciones de 1956.
Estando próximos los comicios retiraron sus candidaturas Boza, Miñano, Castillo y Miró Quesada, y solo se mantuvieron los siguientes tres candidatos:[7] Nuevamente, como en 1945, serían los votos de los apristas quienes decidirían la contienda electoral (se calculaba que representaban un tercio del electorado).
[14] Aunque el APRA siempre ha negado que dicho pacto existiera, lo cierto es que una vez en el poder, Prado aplicó escrupulosamente la política de «borrón y cuenta nueva» y nunca se acusó a Odría ni por las denuncias de corrupción ni por el atropello a los derechos humanos.