Para evitar que esto suceda se le suele entregar alimentos como corona.
En el pasado el cuélebre exigía cada cierto tiempo una doncella joven para devorarla a cambio de no desatar su furia sobre las gentes.
En la llamada Peña Gotera, cerca del pueblo de La Vid, León, existe una ermita dedicada a san Lorenzo.
Pero éstos pedían ayuda al cielo con mucha fe, y la divina providencia decidió dársela en la figura de San Lorenzo.
Ramón Sordo Sotres[2] recoge una leyenda de Valle Baju donde los nuberos entran en las torcas para extraerles sangre a los cuélebres.
Estos mismos personajes, llamados también grumantes, aparecen en un relato recogido por Álvarez Peña[3] en Piloña.
Al cuélebre que habitaba una cueva detrás del convento del convento de Santo Domingo en Oviedo, y que iba devorando uno tras otro a los frailes, logró darle muerte un fraile cocinero dándole a comer un pan relleno de alfileres.
Entonces, le metió por un ojo un gran madero de castaño aguzado y requemado en el fuego hasta abrasarle el cerebro.
Las creencias, leyendas y ritos relacionados con el culto a la serpiente son muy numerosos en todo el noroeste peninsular.
La figura del cuélebre está repartida por toda la geografía asturiana, leonesa y cántabra, casi siempre relacionado con cuevas y fuentes; en San Lorenzo de Peña Gotera (León), en la llamada Peña Gotera, cerca del pueblo de La Vid, León, existe una ermita dedicada a san Lorenzo.
Pero éstos pedían ayuda al cielo con mucha fe, y la divina providencia decidió dársela en la figura de San Lorenzo.
[4] No son pocos los lugares que llevan el nombre como complemento de fuente, o de ramada; así, en Sobrefoz, existe la Ramada del Cuélebre, pues se dice que (por el aspecto del lugar) por allí bajó el Cuélebre dejando las huellas propias de un ramu que se arrastra para transportar algo -como narria-.
La batida, en tono festivo, habría culminado con una espicha que un empresario local, Luciano Tejón Muñiz, organizó para las autoridades y para motivar con ello a que los periodistas con sus artículos atrajeran el turismo a esta localidad.
[5] En su disco Soy un corazón tendido al Sol (1978), el cantante asturiano Víctor Manuel (Mieres, 1947) le dedicó una canción con el mismo nombre (aunque también se conoce como Danza del cuélebre), que ha sido versionada posteriormente por varios artistas.