La necesidad e incapacidad de obtener piezas grandes por la escasez de azabache le llevan a investigar en las mezclas, taraceas e incrustaciones en las que el azabache se rodea de otros materiales, maderas nobles, guayacán, palo santo, oro, plata, madreperla, malaquita, lapislázuli, rodocrosita, caliza rosa, marfil de mamut, etc., todos ellos elegidos teniendo en cuenta colores, tonos y durezas afines al material protagonista, el azabache.
[3] Posteriormente, gracias a sus técnicas pioneras como las incrustaciones superpuestas, la técnica del vaciado o la combinación con otros materiales nobles como la madera o el marfil de mamut, se convertirá en el referente de la azabachería.
Pero es en los encargos públicos y privados donde podemos ver a un Eliseo más libre, ya fuera para un premio institucional o la conmemoración de un fin de carrera, siendo condicionado únicamente por quién o qué institución lo iba a recibir.
[6] Pero es en ciertos encargos y, sobre todo, en aquellas piezas que realiza únicamente para él, donde podemos ver al verdadero “Lise”.
En piezas como “Desarrollo en cadena” o en el “Conjunto escultórico del retablo de Ponga” es donde las combinaciones de texturas y colores, los encuentros y los encastres, presentes en todas sus obras, alcanzan otra magnitud.