Cofradía del Santo Ecce-Homo (Bembibre)

[1]​ Por otro lado, el Santo abarca tres cuestiones íntimamente ligadas entre sí, la Imagen, el Santuario y la propia Cofradía, y que tienen como única finalidad servir de cauce a la veneración que toda la comarca del Boeza profesa al Ecce-Homo, a quien tiene como patrono desde tiempo inmemorial.Y el Santo comprende tanto la imagen como el edificio o fábrica del templo, siendo una confusión que deriva de la misma forma que se ha usado siempre en la comarca para denominar a uno u otro: “El Santo” es todo, comprendiendo Imagen y Santuario.Así, la cofradía no se considera directamente propietaria, siendo mera administradora de los bienes pertenecientes al "Santo".[3]​ La Cofradía del Santo Ecce-Homo hace referencia a una cofradía llamada unas veces de la Vera Cruz y otras del Santo Ecce-Homo, que desde tiempo inmemorial, con unos u otros estatutos, siempre tutelados por el obispado de Astorga, tienen como misión principal el culto a su venerada imagen y el cuidado y acomodo del templo que la cobija.[4]​ Los posibles orígenes se relacionan con las Cofradías de la Vera Cruz, disciplinantes, que fueron introducidas por las órdenes mendicantes, franciscanos y dominicos, en torno al siglo XVI,[5]​ y se prodigaron en todas las poblaciones de cierta importancia por el país.Así, el hecho de que el Cura Párroco sea el presidente es casi en sentido honorífico, y lo es por imposición del obispado, como exigencia para aprobar las constituciones.Al ver los progresos de la misma, pretendió adueñarse del Santo y disfrutar de sus pingües rentas,[7]​ llegando a plantear ante el tribunal competente una demanda[nota 3]​ que, en definitiva, se centraba en un mero tema económico.No había límite para la reelección y de hecho prácticamente todos los mayordomos eran reelegidos.Entre esas otras solemnes funciones religiosas se señala la Salida del Santo Ecce-Homo desde su ermita a la Iglesia parroquial, su novenario en esta y su regreso en procesión muy solemne, y con especiales privilegios que tendrá lugar cada siete años; o antes, por votación, para implorar su piedad o pedirle algún beneficio, una tradición que se hunde en tiempos remotos, desconociéndose el por qué del plazo de siete años,[nota 6]​ celebraciones, la "bajada" y la "subida" del Santo con gran arraigo y poder de convocatoria que, a pesar del transcurso de los años, y ciertas dudas sobre su perdurabilidad,[nota 7]​se reafirman más en cada fecha conmemorativa.Seguramente, dados los problemas que podían surgir con el uso de la imagen del Ecce-Homo en las fiesta anuales, cuando no se podía sacar, ya que solo lo puede hacer en las salidas cada siete años, el año 1864, siendo mayordomo don Manuel María Rubial, se compra un Ecce-Homo pequeño, con un coste de 700 Reales, para salir en esas procesiones de las fiestas anuales, dando así satisfacción a la feligresía y realzando las mismas.