[1] Aunque ya se empleaban en la Antigüedad, el uso de las cimeras había desaparecido en Europa hasta que a finales del siglo XII se vuelven a mostrar «como parte del equipo militar, aunque hasta mediados del siglo siguiente no se generalizará su uso, primero en los países germánicos y en el resto de Europa en el primer cuarto del siglo XIV.» Aún tardaría medio siglo más en usarse en los reinos de la península ibérica adquiriendo mayor auge durante el siglo XV.
[2][3] Las funciones de las cimeras eran tanto decorativas («dar suntuosidad al guerrero») como militares («distraer al enemigo o asustar su caballo») aunque este segundo aspecto se va perdiendo en el campo de batalla durante la segunda mitad del siglo XIV, aunque se mantiene en encuentros competitivos entre caballeros donde, incluso, «alcanzaron el máximo esplendor».
Mientras que en Navarra, gobernada por dinastías francesas que facilitan su introducción, logra más tempranamente mayor difusión, en Aragón y en Castilla será más tardía y de menor intensidad.
La cimera real de Navarra cayó en desuso a comienzos del siglo XVI.
Los cambios que ha experimentado la cimera real de Navarra han sido los siguientes: No existen fuentes que permitan conocer si los herederos del trono introdujeron o no su escudo brisado en la cimera, circunstancia que ha podido constatarse en otros miembros de la familia real e incluso en las líneas ilegítimas.