Sin embargo, los hijos segundos las han de modificar, alterando su sencillez para llevarlas sin injuria del heredero, lo que se denomina brisar los blasones.
La pieza más famosa para brisar escudos reales ha sido el lambel que es una especie de banquito o escabel, dibujado en el jefe del escudo.
[1] Se brisan o quiebran las armas de diferentes modos: En la heráldica española no es frecuente brisar escudos con el tercer modo mencionado, es decir recargándolos con piezas.
[2] Sin embargo, en 1668 la reina Mariana de Austria (regente de Carlos II) estableció mediante un privilegio las seis piezas que podían introducirse para recargar armas y su orden.
A veces, algún noble queda obligado a modificar sus blasones con otra forma de brisura humillante, lo que sucede cuando se le degrada por sentencia del Soberano, mandándole invertir el escudo o suprimir alguna pieza, en castigo de algún crimen perpetrado.