La fastuosa ceremonia de su entrega, simbólica del dominio feudal del papa sobre el monarca, se mantuvo desde que en 1265 Clemente IV invistió como rey a Carlos de Anjou hasta que en 1788 Fernando I de las Dos Sicilias decidió abolirla por sus desavenencias con Pío VI.
La etimología del nombre no está clara: algunos autores apuntaron a que procedía del vocablo napolitano chinee con el que se denominaban los caballos asturcones[4] o del latín equinus,[5] aunque la opinión mayoritaria es que provenía del francés haquenée con el que se designaban los caballos procedentes de Hackney, en Inglaterra.
La chinea se arrodillaba ante el pontífice o ante la imagen de San Pedro, el embajador napolitano pronunciaba en su idioma una fórmula preestablecida en la que hacía entrega del animal y del dinero en nombre de su rey, y el pontífice respondía con otra en latín en la que lo aceptaba como muestra de su dominio directo sobre el reino.
[12][13][14][15][16][17][18][19] En 1776, durante el reinado de Fernando IV, surgió durante la ceremonia una disputa por una cuestión de precedencia entre los sirvientes del gran condestable Filippo Colonna y los del gobernador de Roma Fernando Spinelli que terminó en un alboroto público.
[20][21] En 1787 la chinea se envió a Roma por última vez.