Aunque poco tiempo después, la ceca limeña fue reabierta en 1581 por el mismo Toledo.Años más tarde se llegó al beneficio mediante el azogue creado por Pedro Fernández de Velasco, que lo enseñó en Perú en 1571 y fue introducido en Potosí por el virrey Álvarez de Toledo, al año siguiente.Respecto a la moneda, circulaba el metal argentífero sin sellar que tuvo la denominación de plata corriente.Asimismo, don Alejandro Garland, en su obra Los medios circulantes usados en el Perú, relata al respecto:Su costo ascendió a 8.321 pesos, un tomín y 13 gramos de plata.Arzáns señala que se abrieron los cimientos en diciembre de 1572; finalmente, A.Por cierto, hasta antes de 1545 el Cerro Rico y Potosí no se conocían todavía, la mencionada ley se refiere solamente a la ceca de México y es obvio que no tiene ninguna relación con las otras dos mencionadas.Burzio aclara que la autorización para establecer la ceca se obtuvo para México.Esta información aparecida en la Recopilación ha sido posteriormente tomada al pie de la letra por otros, que sin análisis la han tomado como definitiva no sólo para Santa Fe sino también para Potosí.En 1751 fue adquirida nueva maquinaria para la casa de moneda[2] y el rey de España ordenó a las autoridades potosinas construir la nueva ceca, pero estas a la cabeza del gobernador Ventura Santelices y Venero se opusieron argumentando que lo más acertado sería ampliar la antigua, es decir, la toledana de 1575.Las diferencias de criterios se prolongaron por mucho tiempo y, al final, se impuso la orden del rey que envió al experimentado arquitecto Salvador de Villa[2] que residía alternativamente en México y Lima para ejecutar tan ambicioso proyecto.Su portada, sus techumbres, sus balcones del primer patio, sus vigorosas paredes de piedra labrada y bolona con partes de fino ladrillo, en fin, en su conjunto aparenta una fortaleza infranqueable.Como referencia de su prolija edificación basta recordar que en el maderamen se emplearon 450 vigas, 1.239 tijeras, 10 planchas, 820 alfajías, 20 tirantes, l20 soleras, 1200 tablas, 2.109 tablas ordinarias, 40 tablones y 20 pearas de madera en trozo.Aparte del costo monetario, en casi tres lustros, miles de obreros contribuyeron con su esfuerzo.Indígenas, albañiles, maestros, ayudantes, carpinteros, plomeros, cerrajeros, capataces sin dejar de lado supervisores, contadores, ingenieros, arquitectos.Aparte de este personal se asignaban ayudantes y otros colaboradores.Solo en los primeros 28 años se testimonia que Otro informe: El valor de las monedas virreinales, comparando hoy en día con el patrón dólar, puede ser y debe ser discutible, razón por la que se conocen diversos criterios y variadas estimaciones.[4] Las siglas o monograma que ostentó la ceca potosina, variaron a lo largo del tiempo.El recorte temporal (1574-1767), obedeció a dos hitos fundamentales para la numismática potosina.En 1574 se inició la acuñación de la moneda macuquina con la inicial P (dada por R.C.Tuvieron que transcurrir dos años (en los cuales continuaron circulando las monedas españolas) para fabricar las de cuño republicano.Acuñó monedas durante 44 años, cerrándose el ciclo monetario que género el Cerro Rico en 1953, dejando una historia apasionante que tiene validez no solo para Bolivia, sino para toda América.Sin embargo, está en proceso la transferencia del lugar histórico a la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB), con el fin de restaurarlo para devolverle su apariencia original y convertirlo en un repositorio cultural.