Este proceso está vinculado con la centralización y creación de una autoridad estatal fuerte en el país.
Sin embargo, la Guerra Escanesa mostró las limitaciones del ejército sueco y llevó al rey Carlos XI a plantear una reforma tras la batalla de Lund.
A pesar de un desempeño temible en la Gran Guerra del Norte, su reducido número hizo difícil para Suecia el mantener su esfuerzo bélico, marcando dicha guerra el principio de la decadencia del imperio sueco.
Se estima que la guerra causó 35.000 muertos en las filas suecas - el 70 por ciento del ejército.
La iglesia también creaba un sentimiento de solidaridad entre soldados al ser la fe luterana un pilar del estado sueco.
Muchas veces luchaban frente a otras religiones (católicos polacos y alemanes, ortodoxos rusos...) lo que tenía un significado religioso para las tropas dado el estatus de campeón protestante que Suecia tenía desde la guerra de los treinta años.
Este razonamiento acompañaba a la táctica ofensiva del ejército carolino, que requería una férrea disciplina para tener éxito.
[cita requerida] La moral religiosa estaba muy presente y tomar el nombre del dios en vano era uno de los peores delitos que un carolino podía cometer.
[4] La caballería era utilizada como instrumento clave en las batallas y suponía una parte significativa del total de efectivos.
Contrariamente a otros ejércitos regulares en Europa, la caballería contaba con aproximadamente la mitad de la fuerza total.
Los suecos continuaron evolucionando este modelo con una mayor inclinación hacia las armas de fuego: Doce hombres de la compañía, típicamente los más altos y fuertes, eran designados granaderos y estaban destinados a los flancos.
La artillería portaba una espada más pequeña y apropiada para combate cercano, llamada hirschfängare.
Esta táctica muy agresiva a menudo resultaba en batallas de corta duración que impedían al enemigo aprovechar números superiores.
Esta operación tardaba 1-2 minutos, tiempo suficiente para que el adversario recorriera 80 andando (o 150 a la carrera).
Las dos primeras filas disparaban en una salva final antes de cargar, - una a aproximadamente 20 metros del enemigo.
La carga con picas, bayonetas y espadas[9] debía tener lugar antes de que el enemigo se reorganizara.
Cabe destacar que las picas se usaban como arma ofensiva: las picas suecas solían ser más largas que las enemigas y permitían ofender al enemigo en combate cercano antes de estar al alcance.
[10] Este método evolucionó durante el transcurso de la Gran Guerra del Norte.
[12] La caballería sueca, al igual que la infantería, destacaba por sus técnicas ofensivas (llamadas la manera carolina).
Usaban espadas pensadas para atacar con la punta y aprovechar al máximo la inercia de la carga militar.
En 1704 el reglamento prohibió las pistolas durante las cargas (aunque hubo excepciones como Fraustadt y se admitía en general en la persecución de enemigos en retirada).