Es un cuadro de extraordinario valor histórico y que ejerció gran influencia en la época barroca.
Tiziano fue muy hábil, al suavizar los rasgos menos agraciados del monarca (el prognatismo).
En su rostro parece leerse la victoria, y un perfil inconfundible centra una extraordinaria armonía cromática de destellos rojos.
Se suele comentar que el escritor Pietro Aretino sugirió para esta obra una composición más aduladora y sofisticada, con elementos alegóricos y la presencia de los enemigos derrotados bajo las patas del caballo; pero Tiziano prescindió de todo ello.
En esta obra, Tiziano resume los antiguos ideales caballerescos de Borgoña, que el emperador conocía, junto con abundantes referencias al mundo clásico.
Una anécdota repetidamente contada es que el lienzo fue derribado por un golpe de viento mientras se secaba al aire libre, quedando rasgado en la grupa del caballo.
Afortunadamente, las partes esenciales se conservan mejor y actualmente se aprecian como si subsistiesen intactas, gracias a una restauración, efectuada entre los años 2000 y 2001, que dio pie a una pequeña exposición con su correspondiente catálogo.
Tiziano pintó todos los elementos con minuciosidad, dentro de su técnica más bien suelta que da prioridad al color sobre las líneas.