Carlos de Haes

Por imperativos económicos, su familia se trasladó a España en 1835, instalándose en Málaga, ciudad en la que Haes tomó sus primeras nociones de dibujo del pintor canario Luis de la Cruz y Ríos (1776-1853).

Su segundo maestro fue, coincidiendo con su regreso a Bélgica en 1850, Joseph Quinaux (1822-1895), pintor belga que le guiaría durante los cinco años de estancia en su país de origen.

En 1855 regresó a España, donde hizo amistad con Juan Federico Muntadas, heredero, tras la Desamortización del Monasterio de Piedra, recinto en el que ambos pasaron el verano de 1856, donde entre los muchos apuntes y cartones que pintó puede mencionarse la Vista tomada en las cercanías del Monasterio de Piedra, Aragón,[1]​ que llevado luego a lienzo fue premiado con una primera medalla en la Exposición Nacional de 1858.

Un año después consiguió el primer galardón en la Exposición Nacional Española.

Su testamento autógrafo dejaba a Jaime Morera y a Luis Roig —como albaceas aún vivos— en libertad para el reparto de todos sus bienes y la recomendación de algunas preferencias.

Las buenas intenciones de Morera y el resto de alumnos fieles a Haes no pudieron evitar que el fabuloso legado del maestro se dispersara en los años siguientes.

Siguiendo el ideal académico, Haes consideraba que "el fin del arte es la verdad que se encuentra en la imitación de la naturaleza, fuente de toda belleza, por lo que el pintor debe imitar lo más fielmente posible la naturaleza, debe conocer la naturaleza y no dejarse llevar por la imaginación".

Un paisaje. Recuerdos de Andalucía, costa del Mediterráneo, junto a Torremolinos , 1860, ganador de la Primera Medalla en los Premios de pintura en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de España.
Fotografía de Haes en un catálogo de una exposición de 1899.
La canal de Mancorbo en los Picos de Europa , óleo sobre lienzo, 1876. Museo del Prado.