Notkero Bálbulo, que lamentaba la decadencia de la dinastía una generación más tarde, llamó a Carlomán bellicosissimus (belicosísimo).
[7] Participó en el consejo que celebró su padre en Ratisbona en octubre de 848, en el que se felicitó al jefe militar eslavo (dux) Pribina por su recia defensa de la frontera bávara.
El nombre es la prueba principal de que Liutswind y Carlomán no estaban casados.
Carlomán solamente obtuvo la gestión de la zona interior de la marca (Carantania), para que adquiriese experiencia administrativa, y también quizá porque su padre no deseaba que se hiciese demasiado poderoso.
[7] Sin embargo, Carlomán extendió su autoridad desde Carantania a otras regiones fronterizas del reino paterno.
Desde 857, aparece ya ocasionalmente como testigo en algunas cartas paternas,[12] y en 858 se le otorgó el mando de la expedición militar contra la Gran Moravia.
[14] Hubo un intento por reconciliar a Luis con su hijo, que fracasó; la contienda continuó, pues, y en 863 el rey invadió los territorios de su hijo, lo obligó a someterse y se lo llevó preso.
Finalmente no hubo choque entre los ejércitos del padre y el hijo, que se reconciliaron.
Los dos se reunieron y alcanzaron un acuerdo: Carlomán se sometió a la autoridad paterna, pero a cambio el rey le concedió el gobierno de las marcas orientales.
En la invasión franca que siguió al pacto, el arzobispo moravo Cirilo también fue prendido y enviado a Carlomán.
Esto resultó un grave error: Svatopluk se rebeló contra él tan pronto como llegó a Moravia e infligió copiosas bajas al ejército franco.
[19] Luis decidió definir la posición de sus tres hijos en el gobierno para evitar futuros conflictos dinásticos.
[20] Los tres hijos desposaron a nobles de las regiones que les habían sido concedidas.
El papa Juan VIII, amenazado por las continuas incursiones de los musulmanes sicilianos, tomó partido por Carlos.
[28] Carlos había concedido derechos jurisdiccionales al papa Juan en los ducados de Spoleto y Camerino en 876.
Carlomán, por su parte, apoyó a los duques Lamberto I y Guido III, que siempre reclamaron para sí los derechos que se habían concedido al papa, en calidad de representantes del rey.
[33] Lo dedicó a la virgen María y los numerosos santos cuyas reliquias había reunido.
Destituyó a algunos condes importantes, que solicitaron el auxilio de Luis para recobrar sus puestos.
Devolvió sus cargos a los condes despedidos por Arnulfo y Carlomán abdicó formalmente en su hermano.