En la Alta Edad Media, el título había sido utilizado por varios monarcas de la Dinastía Carolingia.
Baviera se convirtió en el protector de algunos de los pequeños Estados alemanes que basculaban entre Austria y Prusia, quienes pugnaron varias décadas por capitalizar la unidad alemana.
Los lazos religiosos (Baviera era un Estado católico) acercaron al reino a Austria, por lo menos hasta la derrota de ésta en la guerra austro-prusiana de 1866.
Cuando el Segundo Imperio Alemán fue abolido en 1918, tras la Primera Guerra Mundial, fue depuesto el último rey bávaro, Luis III de Baviera.
Tras la guerra Luis quedó como jefe de la casa real y pretendiente al trono hasta su muerte en 1921, siendo sucedido por su hijo Ruperto.