Debido a la añadidura de una guindilla suelen tener un sabor ligeramente picante.
Antaño en los poblados de Chamartín, Hortaleza, Fuencarral o Canillas.
Los caracoles madrileños se cuecen con diversas viandas cárnicas, lo que proporciona un caldo de gran sabor.
La cocción puede llevar en algunos de los casos horas a temperaturas moderadas.
Es necesario haber limpiado bien los caracoles para que no dejen sabores extraños en el caldo.