Brunegilda o Brunequilda, a veces llamada Brunilda (en latín: Brunichildis; Mérida, 545-47-Renève, 613),[1] fue una princesa visigoda hija de Atanagildo y Gosuinda.Participó en los conflictos y guerras contra Neustria causados por el asesinato de su hermana Galswinta, también conocida como Galsuinda o Galesvinta.Brunegilda tenía once años cuando su padre Atanagildo (510-567) fue elegido rey visigodo de Hispania.Este rey ya estaba casado con Audovera, con quien había tenido cuatro hijos, pero logró anular su matrimonio para desposar a Galswinta.En 575 Chilperico I intentó recuperar las cinco ciudades por la fuerza y en la lucha murió su hijo Teodoberto, que había tenido con Audovera.Este matrimonio le acarrearía a Brunegilda la acusación de incesto y lascivia.Enfurecido con Meroveo, le prohibió el uso de armas y lo hizo tonsurar y ordenar sacerdote a la fuerza —lo que implicaba la pérdida del derecho de sucesión al trono—, pero el príncipe logró escapar.Brunegilda intentó por todos los medios procurarle asilo en Austrasia, pero los nobles austrasianos se opusieron denodadamente, argumentando que hacerlo atraería las iras de Chilperico I.Después de muchas desventuras, Meroveo II, tenazmente perseguido por su propio padre y por Fredegunda, murió en 577.[1] Comenzó entonces a actuar como soberana de Austrasia, organizando y mejorando la estructura del reino.Su enemiga Fredegunda atentó nuevamente contra la vida del rey, la reina regente y el primer nieto.Los duques Rauching, Ursio y Berthefried, que se habían enfrentado a la reina anteriormente y habían conspirado para asesinar a Childeberto II, fueron ejecutados por orden de Brunegilda en 587.En 593 murió Gontrán I y Childeberto II subió al trono de Borgoña.Brunegilda reaccionó con rapidez y asumió nuevamente la regencia, esta vez por sus dos pequeños nietos.En 597 murió por enfermedad la reina rival Fredegunda, al regreso de una expedición militar victoriosa contra Austrasia, en Laffaux o Latofao.Su hijo Clotario II, que tenía 13 años, fue nombrado rey de Neustria.San Columbano decidió en una ocasión visitar la corte de Teoderico II en Autun.Brunegilda lo recibió con respeto y le solicitó una bendición para sus bisnietos que la acompañaban, hijos de Teoderico II.Brunegilda, cumplidos ya los sesenta años, continuaba dirigiendo las luchas por el poder entre los reinos francos.En dos batallas, una en Dormelles en 600 y otra en Étampes en 604, lograron la victoria sobre Clotario II de Neustria.Se atribuyeron estas muertes a Brunegilda, quien las habría ordenado para convertir a su nieto preferido Teoderico II en indiscutido rey de Austrasía, aunque las órdenes bien pudieron partir directamente del propio Teoderico II.Sus restos fueron incinerados y sus cenizas depositadas en un sarcófago en la abadía de San Martín en Autun, fundada por ella en 602.Es en esta época cuando el cargo de mayordomo de palacio cambió sutilmente su naturaleza: hasta aquí, había sido el representante del rey ante los nobles, totalmente sujeto a la autoridad del monarca merovingio.Para él, Brunegilda se había hecho odiosa al «pueblo» de Austrasia y Borgoña, entendido el «pueblo» en un sentido restrictivo, que solo comprendía a los nobles terratenientes y al alto clero, que subsumían en sus dominios rurales a la inmensa mayoría de la población campesina.En efecto, los terratenientes odiaban a Brunegilda porque la reina quería organizar el Estado según un modelo de funcionamiento más centralizado, cobrar impuestos para poder hacer caminos, reparar fortalezas, realizar otras obras públicas y reorganizar el ejército, mientras que ellos ansiaban ser amos y señores independientes en sus respectivos latifundios.Hay un hecho incontestable: estos nobles pactaron con Clotario II, rey de Neustria, reino que estaba enfrentado desde hacía muchos años con los reinos de Austrasia y Borgoña a los que esos nobles pertenecían.Es engañoso el rótulo de «reyes holgazanes» que se les ha dado a los últimos merovingios.