Fredegunda (en latín: Fredegundis; francés: Frédégonde; Montdidier, Picardía, 543-París, 597)[1] fue reina franca de Neustria.
En el año 566, Chilperico decide repudiar a su esposa Audovera, con quien había tenido 6 hijos, por razones esencialmente políticas —para emular el matrimonio de su medio hermano Sigeberto I con Brunegilda, hija del rey de los visigodos Atanagildo— para casarse después con la princesa visigoda Galsuinda —también conocida como Galesvinta—, hermana de Brunegilda quien aportaría grandes riquezas al reino.
Muy probablemente se trata de una fábula, ya que en ese tiempo dicha práctica no estaba contemplada como incesto.
Galsuinda irritaba al rey reprochándole sus continuos adulterios con sus concubinas y se manifestaba deseosa de regresar a Hispania aun dejando a Chilperico I en posesión de la dote que ella había aportado, con tal que la dejara partir.
Una mañana del año 568, la reina Galsuinda fue hallada estrangulada en su lecho; según cita Gregorio de Tours, «el rey lloró amargamente su muerte y a los pocos días se casó con Fredegunda».
Sigeberto exigió a Chilperico que entregara a Brunegilda, como compensación por la muerte de su hermana, las ciudades que Galsuinda había recibido como presente de bodas: Burdeos, Limoges, Cahors, Béarn y Bigorre.
Pero los guerreros austrasianos, al morir su rey dejando como heredero a un niño de tan solo 5 años, se retiraron y la situación dio un vuelco completo.
Este incidente sirvió efectivamente a Fredegunda para concretar lo que seguramente Meroveo temía: la eliminación de los hijos que Chilperico había tenido con Audovera, su primera esposa —quien, como se indicó arriba, había sido repudiada y se hallaba retirada en un convento— para allanar el camino al trono a los suyos propios.
Perseguido por su padre por haberse casado con Brunegilda —quien intentó por todos los medios pero no pudo darle asilo en Austrasia por la cerrada negativa de los terratenientes austrasianos—, fue traicionado y cayó en una emboscada.
Presuntamente se habría hecho matar por uno de sus guardias por temor a perecer quemado en la estaca.
No obstante, se ha conjeturado que en realidad pudo haber sido asesinado por sicarios al servicio de Fredegunda.
Si Sumesegillo hubiera sido en efecto el autor del crimen y lo hubiera cometido por órdenes de Fredegunda, habría actuado como ella esperaría de sus sicarios: eficaz al cometer el asesinato y dispuesto a sufrir los peores tormentos sin delatarla.
El asesinato de Chilperico I continúa siendo un misterio que la historia no ha podido resolver.
Por otra parte, una reina como Fredegunda, que había sido tan eficiente en hacer asesinar a tantos personajes importantes, debía inspirar a estas alturas gran temor en una sociedad supersticiosa como era la franca de aquella época; hasta es posible que muchos de sus contemporáneos le hayan tenido por una poderosa bruja.
También se sabe que Fredegunda, ya consolidada en la regencia, ordenó en 586 el asesinato del obispo Pretextato, quien le disgustaba particularmente.
Como el obispo —apuñalado en su catedral— había quedado malherido, Fredegunda, simulando gran preocupación y consternación, lo visitó en su lecho de muerte y le envió a sus propios médicos para asegurarse de que no reciba atención.
Puesto en el brete, prevaleció la arraigada costumbre de la hospitalidad, el noble bebió de la copa y, tras ello, apenas alcanzó a subir a su caballo que cayó en agonía y muere.
Cuando Rigonta se agachó sobre el cofre y comenzó a hacer lo que le ha dicho su madre, Fredegunda dejó caer la pesada tapa del cofre sobre la nuca de su hija, presionando luego la tapa hacia abajo con todas sus fuerzas.
Neustria, por entonces gobernada firmemente por Fredegunda, se ve enfrentada a los otros dos reinos francos juntos.