Bordado español

La técnica del bordado empezó a descollar en la Edad Media, época en que España fue un importante centro productor de bordado de lujo o erudito.

Los bordados son labores en relieve realizados con aguja sobre tejidos ya confeccionados.

Se diferencian entre bordado erudito y bordado popular en función del tejido sobre el que se realiza, la calidad de la hebra, la técnica, el estilo, el tamaño y el destino.

[2]​ Desde el siglo XVI destacó especialmente el bordado popular, con diversos centros de producción: destacan varios en la provincia de Toledo, como Navalcán, caracterizado por sus diseños geométricos que denotan una antigua influencia de los bordados coptos y del Mediterráneo oriental; Lagartera muestra unas influencias similares, combinadas con otras de estilo renacentista; Oropesa tiene diversas variedades estilísticas, desde las medievales y platerescas hasta las chinerías y las sedas dieciochescas; y Talavera, que también tiene variedades de tipo lagarterano junto a otras inspiradas en la loza de producción tanto local como italiana.

[3]​ Otros centros de relevancia del ámbito nacional son: Salamanca, con motivos de tipo zoomorfo de origen medieval y sasánida; Cáceres, con un estilo de origen mudéjar y renacentista; Ávila, caracterizada por unos dibujos lineales en negativo; Zamora, de motivos naturalistas; Segovia, que tiene como principal elemento iconográfico el clavel; Mallorca, con labores exuberantes de alegre colorido que parecen tener un origen balcánico; Huelva, con su típica técnica del «cortadillo»; y Canarias, centrada en los calados y deshilados.

Tapiz de la Creación (siglo XI ), Museo Catedralicio de la Catedral de Gerona . Pese a su nombre, es un bordado, no un tapiz
Casulla con bordados de oro del siglo xviii usada por el cabildo catedralicio de Sevilla para el Corpus Christi