El objetivo se logró en tres años, pero a un costó político muy grande para el gobierno, que perdió gran apoyo de varios sectores que lo habían respaldado en su candidatura, además de la renuncia del vicepresidente Alejandro Goméz.
Los sindicatos y los universitarios también se opusieron, mientras que, si bien el coronel Juan Enrique Guglialmelli criticó los acuerdos, en las Fuerzas Armadas prevaleció al apoyo a los mismos, ya que los militares vinculaban la necesidad de autoabastecimiento a los problemas de defensa nacional.
Cuando los acuerdos se pusieron en marcha, tanto Shell como Esso aceptaron negociar con el gobierno, tomando finalmente dos zonas importantes.
Recuperaron los cuarenta millones invertidos cuando Arturo Illia anuló los contratos y llegó a las millonarias compensaciones extrajudiciales.
Según Frondizi, tanto Shell como Esso nunca dejaron de hostigar la posibilidad del autoabastecimiento.
Además se le pudo dar solución a la crisis energética que había desde el gobierno de Juan Domingo Perón.
[12] Cabe destacar que la economía argentina al momento que Frondizi era diputado y habló en contra de las inversiones extranjeras, era muy diferente a la de 1958, cuando el sistema económico se encontraba en peores condiciones.
El gobierno de Frondizi sentó tres bases fundamentales para "ganar" esta batalla.
Prácticamente se creó la industria petroquímica que ubicó al país como segunda potencia regional en este rubro.
En la actualidad Argentina usa este carbón para calefacción o para abastecer a las centrales térmicas para producir electricidad, pero para las industrias lo importa.