Batalla de la isla Saltés

El duque de Lancaster también tenía, desde 1371, pretensiones al trono castellano, y vio en este pacto un medio para hacerlas efectivas.

Su homólogo portugués vio entonces una oportunidad única de vencer al rival que se retiraba, e inició una persecución.

Descansaron lo justo para, a continuación, virar las proas y lanzarse en formación compacta hacia el enemigo.

No obstante, este hecho permitió a los ingleses atracar en Lisboa y desembarcar allá sus fuerzas, tal como pretendían, sin impedimentos.

Seguidamente dispusieron sus barcos preparándose para un encuentro con el almirante castellano, pero al no acudir este finalmente, las naves regresaron a Inglaterra, quedando en la ciudad las fuerzas terrestres.

Anuló la capacidad ofensiva naval de Portugal, quien tuvo que dar por hecha la supremacía castellana en el Atlántico.

Después de la guerra, Juan Alfonso Tello tuvo que dejar el cargo por la derrota y cederla otra vez a Lanzarote Pessanha.