Batalla de San Ignacio

Con las tres provincias de Cuyo y La Rioja en manos federales, el presidente Mitre se vio obligado a distraer fuerzas de la Guerra del Paraguay para aplastar la revolución.

Este acampó cerca de la actual Villa Mercedes, y al tener noticias del avance federal se retiró hacia el fortín San Ignacio, sobre el río Quinto.

Los 3500 montoneros federales (algunas fuentes elevan la cifra hasta los 8000)[3]​ se lanzaron al asalto con sus tropas, formadas casi exclusivamente de gauchos a caballo, armados solamente con precarias lanzas; unos 8 cañones anticuados no pudieron ser operados por falta de oficiales capaces.

Los 1600 veteranos del ejército nacional estaban mucho mejor armados, con fusiles y cañones modernos, aunque sus caballos eran peores.

Al llegar a esta, la noticia del avance en esa dirección de Arredondo, simultáneamente con las fuerzas de Paunero, unos 1400 hombres más, hicieron que Saá abandonara la provincia hacia Mendoza.

Hasta allí se extendió el desaliento, y los líderes federales solo pensaron en huir.

Varela no huyó, sino que mantuvo una porfiada resistencia durante muchos meses más; aunque finalmente también él debió exiliarse.

Tampoco la historiografía clásica le asigna mayor importancia que una meramente secundaria.