Batalla de La Albuera (1479)

La Condesa, negándose a aceptar la pérdida de sus posesiones, encerró a su hijo en el castillo de Medellín y se alió con una causa que ya simpatizaba desde hacía tiempo, pidiendo auxilio al rey portugués.

Junto al arroyo Albuhera, en las cercanías del embalse romano de Proserpina, se encontraban las fuerzas isabelinas, siendo descubiertas por Monroy.

Sin embargo, tal como rezan las crónicas, la fuerza de la crecida del arroyo, debido a las lluvias invernales de la época, le impidieron comunicarle la posición al obispo de Évora, pudiendo por tanto el ejército isabelino no perder el factor sorpresa y mantener la ventaja táctica.

Al final de la batalla, las fuerzas portuguesas huyeron del lugar, confirmando su derrota.

[11]​ Tras la derrota, las fuerzas portuguesas se reagruparon en Mérida, y continuaron hasta Medellín, logrando cumplir su objetivo de reforzar ambas plazas; siendo sitiadas posteriormente por las fuerzas isabelinas de Luis Portocarrero, resistieron exitosamente hasta la firma del tratado de paz de Alcáçovas:[1]​[2]​ Mérida y Medellín solo aceptaron abrir sus puertas, respectivamente, ocho y diez días después de firmado el tratado que garantizaba que no habría represalias.

La guerra de sucesión castellana enfrentó a los partidarios de Isabel I (izq) frente a los de Juana apodada La Beltraneja (dcha).
Gonzalo Fernández de Córdoba , El Gran Capitán, tuvo en esta batalla su «bautismo de sangre» al ser la primera batalla en la que participaría.
Tratado de Alcáçovas