Las fortificaciones del Carrascal tenían por objeto bloquear Pamplona y obligar al enemigo a acudir en su ayuda.El cuartel general estaba en Puente la Reina, pero Don Carlos inspeccionaba continuamente las líneas.La operación parecía razonada en sí misma; pero hubieran sido precisas mayores fuerzas para cubrir una línea tan extensa.Próximo ya a Cirauqui, se le dijo: «¡El enemigo está allá!» Tras subir a una altura, descubrió una fuerza enemiga, de cerca veinte mil hombres, que ocupaba Lorca, Lácar y las eminencias que dominan esas poblaciones.Los carlistas se vieron entonces obligados a abandonar esa línea estratégica en la que fundaban todas sus esperanzas sin haber visto al enemigo.Don Carlos salió el último de Puente-la-Reina, y fue a descansar en Mañeru.Don Carlos no oía el fuego de fusilería que había ya comenzado.Se dirigió a toda prisa hacia el punto donde estaban Mendiri y las fuerzas escalonadas cerca de Cirauqui.Tan pronto los batallones vieron a su caudillo, todas las músicas entonaron la Marcha Real, rayando en frenesí el entusiasmo de los soldados, que gritaban «¡Viva nuestro Rey!Ante lo dicho por Mendiri, se vieron obligados a opinar como él, en pro de la retirada.[10] A las cuatro y media en punto, los pequeños cañones Vitwort dieron la señal, haciendo una sola descarga.Diez minutos después cesó el fuego: carlistas y alfonsinos habían llegado a las manos.Era Alfonso XII, que podría haber llegado a caer prisionero si hubieran pasado algunos minutos más.Tras una lucha calificada como heroica por el príncipe de Valori, los liberales huían a la desbandada.[13] Los carlistas aprovecharon esta victoria para encubrir los resultados que para ellos surgirían en las últimas operaciones de la guerra.Pero no era aquella la causa, pues por un movimiento rápido, ejecutado durante la noche, vino á situarse en los pueblos de Oteiza, Lorca y Lácar.Apercibido el enemigo, se aprestó inmediatamente al combate, instalándose en las casas y en algunas obras de defensa que había construido en la entrada del pueblo; mas todo fué en vano, porque los batallones que formaban la cabeza de las columnas se precipitaron á la carrera sobre el pueblo, apoyados por los que ocupaban el segundo lugar en la marcha, y quedando los terceros de reserva, según lo había prevenido.Como el pueblo de Lorca dista de Lácar 1800 metros, y en él habla situados cuatro batallones enemigos, y en las alturas inmediatas, derivaciones del monte de San Cristóbal, hubiese también otra brigada, se generalizó la acción, á que concurrió también el resto del ejército que se encontraba en Oteiza, consiguiendo quitarles cuantas posiciones habían ocupado hasta muy entrada la noche, en que mandé retirar las tropas.E. incline su Real ánimo á recompensar, con su ordinaria generosidad, el comportamiento de este ejército.