En 1873 los carlistas habían logrado causar graves problemas al gobierno, viendo el buen rumbo de la guerra pretendieron tomar Bilbao.
El segundo día la batalla se estancó, las municiones de los liberales no llegaron y la lluvia hizo imposibles los movimientos.
Finalmente arribaron los alimentos al tercer día, pero las carretas quedaron atascadas y solo se recuperó una sexta parte de los víveres, siendo esto poca comida para 50 000 exhaustos soldados.
Viendo la incapacidad del ejército liberal, que estaba mal alimentado y peor situado, el general carlista Dorregaray ordenó un contraataque.
[4][fuente cuestionable] Las consecuencias pudieron ser funestas para la república, tanto que hasta las fuerzas de reserva y logísticas tuvieron que intervenir en la misma para evitar la debacle, pues con el ejército liberal desmembrado por compañías incompletas, don Carlos pudo haber atacado incluso hacia la capital, ganando posiblemente en un supuesto la guerra.