Eticho/Adalricus

La extraña denominación Eticho/Adalricus tiene una explicación: si bien el nombre completo del duque es Adalricus (escrito también al merovingio Chatalricus), comúnmente se le llama en su vida Chadich o Chatich, de acuerdo con el uso de esta época, en que se preferían a menudo a los nombres solemnes diminutivos familiares.

En cuanto a la vacilación entre la c y la ch, se debe a la segunda mutación consonántica entonces en curso, en virtud del cual la c de la lengua germánica occidental se volvió ch en alto alemán antiguo.

La pesada erudición del siglo XVIII añadió al radical la desinencia griega -ida.

Eticónida es sin duda una forma bastarda, pero es mejor conservarla que forjar un nuevo término como Adalriciano o Liuthericiano, según el nombre del padre de Adalricus, Liuthericus, denominaciones que tampoco estarían perfectamente en regla con la fonética.

[3]​ Sus acciones en esta zona meridional alamánica fueron interpretadas por Boboleno, autor de la crónica Vita Germani Abbatis Grandivallensis, como un saqueo e intervención ilegal.

Eticho apostó probablemente completamente su suerte a los Pipínidas, los mayordomos austrasianos, cuya subida aseguraba definitivamente también su posición.

De Borgoña Adalricus llega a Alsacia para tomar el lugar del duque Bonifacius.

[12]​ Es probable que esta reconstrucción familiar se deba al uso del documento existente en su monasterio, conforme el cual el rey Teoderico III dona, en 677, a la abadía de Bèze propiedades confiscadas a Adalricus.

Esta sospecha ha convertido a la fuente en frágil y no confiable, aunque parece ser consistente en un primer momento con la noticia acerca del origen borgoñón de Eticho.

[15]​ También atestigua aquí un Adalrico (Ego Hadalricus consensi et subscripsi); probablemente es un hermano de Adalsinda.

La esperanza que tenía en este embarazo era ver el nacimiento de un hijo a quien le pudiese transmitir su nombre y sus bienes.

Eticho no era sino un padre cruel; su crueldad estaba fortificada por los hábitos y prejuicios de su tiempo.

La niña fue recibida en este asilo por la abadesa, que era amiga o incluso pariente de su madre.

Hugo, que sobre este punto tenía especial conocimiento, reconoció a su hermana, nombró inmediatamente a Odilia, y declaró que había sido él quien la había hecho venir.

Un accidente similar hizo sentir al duque el exceso de su violencia y su injusticia.

Eticho no cesó de colmar con beneficios y donaciones a este nuevo establecimiento.

Sobre el final de sus días se retiró a este monasterio junto con Berswinda, su esposa.

Las leyendas lo colmaron de estas alabanzas generales que el entusiasmo del reconocimiento produce a menudo pero no acredita.

Eticho aún vivía en 683 como constata el diploma dado por Teoderico III a la abadía de Ebersmünster.

[17]​ Algunos autores, siguiendo la norma adoptada por los genealogistas según la cual se conceden treinta años a cada generación, estiman que Eticho murió hacia el año 690.

[19]​ Johann Daniel von Olenschlager data su muerte en 698, Dionysius Albrecht, prior de la Orden de Canónigos Premonstratenses, que ocupó el monte Santa Odilia, la coloca en 699, o al año siguiente.

[20]​ Eticho fue enterrado en la iglesia misma con su esposa Berswinda, fallecida nueve días después que su marido.

Este ataúd se conservó hasta el siglo XVII en la iglesia de Hohenburg.

La Vita Sanctae Otiliae la llama ex nobilissimis progenitoribus orta; según esta crónica, Berswinda pertenece a la familia de San Leodegar.

Eticho, representado en un mosaico en su bóveda en el Monte de Santa Odilia
El monasterio de Hohenburg
El sarcófago del duque Eticho, en el monasterio de Hohenburg