La nueva definición, además de subrayar el compromiso de la profesión con la justicia social y los derechos humanos, intenta adaptarse a la situación actual del trabajo social en el mundo, ampliándose a nivel nacional y/o regional.En esta tesitura, uno de los objetivos del trabajador social tanto en los reclusorios como en las penitenciarías, “es elaborar y desarrollar diseños de investigación que permitan identificar causas socioculturales asociadas y/o relacionadas con la conducta antisocial: el delito, el delincuente y la delincuencia.Por desgracia no nos ha sido posible referir más datos bibliográficos, dado que se nos ha hecho imposible encontrar tales documentos íntegros, pues solo tenemos una pieza fragmentaria que no nos ayuda a aportar más datos bibliográficos).Las instituciones carcelarias, según el trabajo social, es un ámbito para la modificación de conductas y la ocultación temporal o permanente de personas que amenacen la convivencia social bajo un medio libre, ya que por cierta causal han corrompido la misma.Es importante la labor del trabajador social en el proceso por el aporte socio-familiar que brinda al proceso, al equipo interdisciplinario y a la población objeto de intervención; dado que todo trabajador social debe como educador informal, hacer énfasis en la orientación, capacitación y formación integral.Para estos procesos se requieren de la intervención del trabajador social dado que el propósito de éstos es brindar protección y bienestar a los niños, niñas y adolescentes que demandan no solo asistencia básica, rehabilitación, sino el encontrar una familia que desee proporcionar protección, bienestar, desarrollo humano y una vida digna a éstos niños y niñas que se encuentran en alto riesgo por el hecho de haber sido abandonados.No obstante, estos dos insumos han marcado una brecha entre la información obtenida a través de la práctica profesional y las eruditas investigaciones institucionales.En la praxis un o una profesional de trabajo social se enfrenta a las barreras, desigualdades e injusticias existentes en la sociedad.En su aspecto teorético-cognoscitivo, tiene las propiedades de una ciencia histórico-subjetual, que emerge transdisciplinariamente[14] en el contexto de ciencias históricos subjetuales como la psicología, la antropología, la sociología, la politicología, la antropogogía;[15] tecnologías subjetuales[16] como las intervenciones psicoterapéuticas, la gestión institucional, la salud ocupacional, el derecho laboral, civil y familiar; alcanzado sus propiedades diferenciantes que le dan la autonomía disciplinaria.Recientemente se han incorporado en los currículos universitarios de trabajo social, los grados doctorales especialmente en Brasil, Argentina y Puerto Rico.Finalmente como la profesión consolidada, ha alcanzado los niveles posdoctorales en Brasil, Europa y Estados Unidos.Este proceso ha sido descrito, entre otras, en las obras de Marilda Iamamoto y José Paulo Netto.Uno estos encapsulamientos conceptuales heredados, es que cualquier dinámica social puede ser explicada en lo profundo de sus relaciones o estructuras económicas.La denominada ideología: la política, la religión, la filosofía, reproduce conceptualmente lo sustentado por las relaciones de producción que se encuentran en su infraestructura o base económica.[28] El trabajo social, puede ser dimensionado genéticamente como subproducto del capitalismo, modo de producción que rige la mayor parte del planeta, por lo que su condición histórica está articulada a sus transformaciones, cuando este abandona especialmente sus rasgos de competitividad y se configura hacia el monopolio.En relación con la génesis del trabajo social, desde la perspectiva del proyecto ético-político, el estudio de la categoría profesional desde este enfoque, pierde sentido si no es enlazada a las condiciones históricas que le dan origen, Netto (1992)[29] y Iamamoto (1992)[33] son dos de los autores que han direccionado especialmente este análisis de la contextualidad histórica en que se gesta y reproduce la profesión.Iamamoto (1992)[36] establece que aprehender la “cuestión social” en el capitalismo monopolista y el significado de la asistencia, son requisitos previos para los profesionales en trabajo social, lo que les permite analizar las nuevas demandas que los escenarios actuales exigen, donde dicho análisis deberá resaltar el carácter del Estado en sus relaciones con las clases sociales, especialmente en relación con las implicaciones del nuevo patrón de dominación.Sus propulsores más relevantes (los médicos Alberto Zwanck, Germinal Rodríguez quien fue concejal de la Capital Federal en 1934, Manuel V.Carbonell, Gregorio Aráoz Alfaro, Juan P. Garrahan, Saúl I. Bettinotti, Emilio R.Coni, Teodoro A. Tonina, Pílades O. Dezeo, Enrique Olivieri, Julio Iribarne, entre otros) precisamente encarnaban las propuestas "progresistas" de la época.La primera Escuela privada y católica surge recién en 1940, en Buenos Aires, en el Instituto de Cultura Religiosa Superior.[3] En las maternidades, dispensarios, salas en hospitales de Buenos Aires, así como en las escuelas públicas es donde se inicia el espacio ocupacional.En paralelo existen más de 27 centros universitarios donde se imparte la disciplinas y otros institutos terciarios a lo largo del país.De ello se desprende: Información; Investigación; Prevención; Asistencia; Atención directa; Promoción e inserción social; Mediación; Planificación; Gerencia y dirección; Evaluación; Supervisión; Docencia; Coordinación.Durante la Edad Media, la ayuda asistencial se prestó fundamentalmente a través de la limosna, la ayuda mutua y el apoyo público tanto desde instituciones religiosas (cristiano-católicas) como desde iniciativas particulares y corporaciones: “fundaciones hospitalarias”, “cofradías religiosas”, “cofradías gremiales” son, entre otras, algunas formas de atención a la pobreza en este período.En el Siglo XVIII, la Revolución Industrial en España no tuvo la misma intensidad que en otros países europeos al ser mayoritariamente rural, pero aun así sus consecuencias socio-económicas se dejaron sentir, provocando un aumento de la miseria.Encontramos las primera asunciones de responsabilidad por parte del Estado y la Hacienda Pública respecto a la acción social en el Art.El período de la postguerra supuso una interrupción del trabajo social en sus avances epistemológicos y metodológicos.Las asistentes sociales, fundamentalmente desde instituciones religiosas, se dedicaban a afrontar traumas psicológicos, graves carencias materiales, aislamiento del exterior, supresión de las libertades políticas, sindicales, religiosas, etc., el trabajo social comenzaba su Etapa Benéfico-Asistencial (1930-1960) según la periodización realizada por Natividad de la Red[44] que seguiremos aquí.Por su parte, en Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, la intervención del Estado fue decisiva en materias como la Sanidad, la Educación o los Servicios Sociales, para garantizar a los ciudadanos unos niveles de bienestar hasta el momento no logrados.[47] Siguieron otros Seminarios, Jornadas, y Congresos (Loyola, 1973; Valencia, 1975; Sevilla, 1976; Pamplona, 1977) en un periodo en el que se produjo ya la muerte de Francisco Franco (1975).De todo ello se desprende que sin los servicios sociales estos principios fundamentales quedarían vulnerados.
La validez y confiabilidad de la praxis profesional de trabajo social se alcanza en el contexto de
acciones comunicativas
intersubjetivas.